Gastón se dio cuenta de que tenía espíritu y de que no era una cosa abstracta, así como no es abstracta la vista para los ciegos; pudiera considerarse como abstracta, pero es algo concreto.
Gastón lo sintió de mil maneras: había tenido innumerables sueños en los que él era un ser mucho más completo y extenso y con mayor capacidad de conciencia y de expresión en acto de la misma de la que se puede ser ahora en este planeta. A veces caía en trance y veía cosas, cosa que no interpretaba como locura pero sí como manifestaciones a los ojos de su espíritu. Otras veces se fijaba en su rostro en el espejo y veía cómo éste se transformaba. Gastón sentía nostalgia por los mundos de esos seres que constituían partes de sí mismo. Intentó leer a Swedenborg y lo entendió completito. Intentó leer a Jung y éste le demostró nuevos códigos para el entendimiento (un lenguaje), pero Jung no se había asumido enteramente como loco, a pesar de haber sido él mismo el instrumento para la elaboración de sus teorías. Un genio: un loco que se toma en serio, quizá no sea este el caso de Gastón. Intentó leer a Carlos Castaneda y fue allí cuando entendió con toda claridad el asunto: “Sencillamente tengo el punto de encaje flojo”. Lovecraft se convirtió para él en una especie de cómplice, pero la alienación que producen los libros lo empujaba a practicar una especie de necrofilia intelectual y emocional que no se sabe si a la larga es cosa buena. Nunca tuvo nada que ver con drogas. Sencillamente en él habitaba una energía más poderosa y más completa que él mismo, o lo que aquí podía ser, que era él mismo. Losa ignorantes lo llamarían un ente (a aquello que le sobraba) y los exorcistas desearían arrebatárselo, pero esa energía que lo ayudaba a adivinar cosas, a intuir otras y a ver desde afuera de sí mismo extraños sucesos con significado desde donde se observan, que lo elevaba a conocer el espacio y a tratar con él y los confines del tiempo o era ni demonio, ni ente, ni Dios, no era otra cosa más que él mismo.
Pensó que con yoga o mediante el Islam chiíta daría disciplina a ese potencial que tenía; pero huyó al encontrar política e ignorancia por todas partes. Él no deseaba negar su espíritu, sino desarrollarlo, convertirlo en algo útil.
Entonces encontró que había ciencia en la calle y convivió con los anarquistas.
Sólo los anarquistas se entusiasman con el poder y las facultades de otro hombre o de otra mujer, llevan siglos viviendo de esa manera: sumando lo bueno de todos para el propio potencial de las cosas.. De noche encendían fogatas para ver el futuro y lidiar con espíritus, sobre todo con los que joden las cosas, y lo circundante se convertía en símbolo y en sincronía, las personas se convertían en mensajeros de ángeles y de demonios y a Gastón le sucedía lo mismo – junto a los demás anarquistas que lo que lo que le había sucedido a Swedenborg (Swedenborg aseguraba haber convivido durante años rodeado de espíritus).
Una noche entendieron el fin del mundo – fue la cosa más hermosa – y se dispusieron a trabajar. Con ellos había una chica a la que llamaban Virginia, una Bruja y una Maga, que eran distintas. Todos ellos en los momentos calves se aparecían. Se sentía una inquietud, se dejaba lo que se hacía y se dirigía al lugar de encuentro… todos quedaban contentos al corroborar que el llamado era cierto. Allí, en los encuentros cada cual vestía el verdadero cuerpo que poseía, aquel que abarca más allá del cuerpo y casi siempre todo terminaba en orgías. De las bacanales a los aquelarres, pero en aquellos otros buenos tiempos no existía la policía.
¿Cuál sería la función de la policía?: Separar lo que está unido eternamente para apurar el proceso. Obligarnos a mezclarnos con la gente, para apurar el proceso. Doble son las razones cuando las sociedades actúan de manera irracional e inconsciente. Razones dobles que por dobles asumimos.
Los hilos nos unen más fuertemente que nunca, ahora que estamos separados.
Nos retroalimentamos como piezas de una misma batería y se abre espacio a todo el resto.
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