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Si me propongo hablar sobre la gente no hago otra cosa que describirme silenciosamente a mí mismo. Debido a que la gente es, por un lado, la idea que me formo de los demás en general y por el otro la respuesta que obtengo por parte de los demás del trato que les doy debido a la idea que de ellos tengo. En todos los aspectos mi juicio sobre los demás es descripción de una condena que yo mismo me he impuesto de manera tan inconsciente que soy capaz de creer tener la razón en mis juicios.

Pero la gente existe y no existe la no-gente. Eso hace que todo el mundo sea gente incluso quienes entre sí son muy distintos. In ermitaño y un rumbero son igualmente gente. Un loco y un profeta son gente. Alguien que en la mañana barre las hojas que de noche caen desde los árboles y la basura que la gente arroja a la calle y alguien que cuenta sus millones, son igualmente gente. Una prostituta en Japón y un campesino trujillano son igualmente gente. Cada cual conoce un mundo diferente. Quienes ven televisión y quienes no la ven son igualmente gente. La gente está en todas partes. Váyase a donde se vaya siempre veremos gente. Y porque la gente está en todas partes es muy fácil hacerse una idea de la gente. Uno mismo dice "Bah, todos son gente" y es un error decirse tales cosas porque en todas partes y en cada parte la gente es diferente.

Entramos en el viejo conflicto de "yo y el mundo" o "yo y la gente" sin percatarnos de la enorme posibilidad de un "tú y el mundo", "tú y la gente" en donde yo hago parte de la imagen que tú te haces de la gente.

Me defiendo como un perro por salirme de tu gente y con cada logro dejo poco a poco de ser gente y descubro alegremente que en el mundo hay mucha gente. ¡Cómo cambia la gente!

Anoche un hombre se sentó en un parque, se fumó un cigarro, e hizo un amigo. A veces dos personas conversan.

Anoche una mujer completamente borracha fue llevada hasta su casa por otra mujer borracha que durante unos minutos se sintió su amiga.

Quien no descubre estas cosas pasa a todo el mundo a la lista de la gente. En estos casos la personalidad individual de cualquier persona sobrepasa la frontera del imaginario individual haciéndose inmediatamente sospechosa y peligrosa, rompe con nuestra idea de la gente. Disturba la condena que nos hemos impuesto a nosotros mismos..., perdón: a mí mismo.

Descubrir un sí mismo en otra persona a diferencia de la idea que nos hacemos de la gente, es privilegiar a una persona; a veces, llegamos a creer que nos debe algo por ese esfuerzo, que no es más que un súper mínimo abrir de ojos. Pero es algo. Solemos llamarlo amor, y siempre decimos que esa persona es diferente, pero es gente.

Texto agregado el 07-11-2005, y leído por 108 visitantes. (0 votos)


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