¿Dónde, cómo, en qué plano, se decodifica, dentro o fuera de nosotros, toda esa energía que, durante la vigilia, quienes están atentos a ese suceso, captan?
X era lo que podríamos considerar un Vagabundo, no era exactamente eso, pero vivir en la calle es sencillo y en la basura abunda comida para llevársela a la boca; pero no se trata de estos pequeños detalles que sólo los tontos observan como la gran cosa. El hecho es que X vive con sus atención enfocada en otras cosas, en sucesos que, para quienes tienen poca energía, pasan desapercibidos. X ve camisas, figuras en las nubes, figuras en los diseños con los que juegan las sombras, figuras, ojos, orejas, no ve personas, las borra de su percepción y entonces, desde aquí, desde tan poco, podemos decir que X habita en otro mundo, otro plano de sucesos quizá, mundo en el cual X encuentra tanto o más sentido que nosotros en el nuestro. Hay una ilación en los sucesos que X percibe y una energía distinta a la nuestra en él.
X decodifica los colores del arcoiris; cada uno de ellos lo percibe como una banda dimensional, sólo debe fijar su atención en uno de ellos para comenzar a percibir los entes que los habitan, en las camisas, en las orejas de la gente, los demonios de la banda roja, los duendes de la banda verde, los ángeles del azul, los seres naranja dadores de inteligencia, habitantes extraños de otros planetas, los dioses, ése mundo mágico krishnático del violeta. Las estrellas le ayudan de noche, en su titilar percibe las bandas que dios riega sobre el planeta; porque si todo el cosmos tiene un nombre no es difícil encontrarlo; la suma de un millón de cosas. Cuando hay un arcoiris al rededor de la luna llena, se levanta y olfatea con su mirada y su sentido bien adaptado a esas cosas sabiendo que habrá un maravilloso encuentro, con un hombre lobo por ejemplo, que come duendes llevando una camisa verde, porque sabe X que la licantropía es un fenómeno que ocurre en quienes viven en la banda roja y que comen a los verdes; o un vampiro sonriente que le sonríe a X sabiéndose reconocido por éste y sabe X entonces que le espera un profundo sueño en donde viajará por las profundidades del espacio porque los vampiros son capaces de hacer esas cosas. Hadas, en los árboles, en sus troncos se ven mujeres, en las ramas, de lejos, viendo un poco borroso a propósito para fijarse con aún más atención en esas cosas. Las Hadas se ven en esos momentos en los que la naturaleza diseña, se siente como un golpe en el estómago cuando su energía se genera llamando a X a admirarlas. Las ve, cuando puede claramente y sucede que a veces tan intensamente que pareciera que con sólo saltar una valla es posible entrar en el mundo de ellas; pero entonces se impone nuevamente la banda roja, que es aquella que proviene directamente del centro de la tierra y da la impresión de que el diablo se las devora. Pero atento al fenómeno que por causa del equilibrio se repite, antes de apoderarse del terreno la banda roja X baja la frente frente a las hadas y en el saludo mutuo X se carga de esa energía para el bien del mundo verde que en exceso puede ser peligrosa; entonces la comienza a vibrar, se fija en las orejas, solamente, de la gente y no es que entiende, pero entiende, sin saber lo que hace, hace, pero hace, hasta que un ladrón le arrebata la luz que le brilla a diez centímetros del estómago, porque esas cosas tan bien suceden.
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