Inicio / Cuenteros Locales / Soli / la calle desierta
Al mediodía de agosto ocho el doctor Linares salió de su oficina de trabajo y se dirigió a dos cuadras de distancia para corroborar si una mujer lo estaba esperando. Una desconocida. El paciente X, bajo tratamiento psiquiátrico, había insistido que habría una mujer esperándolo en la calle tal. El paciente X insistía que la estaba viendo, que la veía en su pantalla mental y que al doctor Linares estaba esperando para darle una noticia. Oportunidad única para saber de verdad si un paciente está loco o si es solamente un intuitivo.
Mujeres en la calle hay muchas y se podría decir que muchas están esperando, pero hay gestos demasiado obvios típicos de quien realmente espera. Era una mujer bonita, sencilla y con gracia, había una belleza en ella, oculta, que no espanta. El doctor linares se detuvo al otro lado de la calle y con miedo inconfesado se detuvo a observarla.
La mujer lo observaba con un brillo hipnótico en los ojos y su cabeza se movía como obedeciendo al encantamiento de una flauta.
El reloj de pulsera cayó de la muñeca del doctor porque el tiempo se había detenido desde hacía rato... nadie pasaba por allí, ni siquiera un carro y el cuelo se oscureció. El doctor Linares quiso marcharse pero no pudo ¿Qué broma era esta? ¿Podría la ciudad entera estar echándole una broma? Sería bello si así fuera.
La mujer ya no estaba allí, demasiado tarde para hacerle una pregunta, el reloj no estaba allí, el doctor tampoco estaba allí. Ya nadie más estuvo allí, el sitio mismo ya no estaba allí; el recuerdo de lo sucedido también se fue.
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Texto agregado el 07-11-2005, y leído por 117
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