Susana camina en la calle y se lamenta de que la realidad haya cesado de ser mágica, se preocupa y regresa a casa preocupada. Los ojos de Saúl la esperan, él también está preocupado, algo falta, es como si a un ojo le faltase la posibilidad de hacer una lágrima.
No aparece nada en las noticias, es como si un dios hubiese muerto, como si lo racional hubiese vencido finalmente juntamente con su carencia de lenguaje.

... todo quedase delimitado dentro de lo prescrito.

Susana llora, ni siquiera los árboles están perdiendo sus hojas, ni los animales están haciendo extraños ruidos. Todo está tan normal.

Saúl abre la puerta que mira hacia afuera, bien podría ser todo un mal estado de ánimo..., es, como si hubiesen muerto y sólo les quedase el espíritu.

Saúl no se atreve a mirar a Susana. Susana mira la espalda de Saúl buscando aunque sea allí un resto de vida en alguna parte. El mundo entero, o la sensación del mundo entero parece fusionarse en el vacío, todo ha perdido su individualidad, se contrae en un piedra o en un papel arrugado lleno de palabras vacías, se aprieta en una mano y se hace una bola compacta que se arroja al cesto de la basura.