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A fines del año 200* me encontraba en el Club Naval de Campo Las Salinas en Viña del Mar jugando tenis con mis amigos de costumbre; íbamos a comenzar el tercer y definitivo set cuando se acercó un mayordomo y nos interrumpió porque había una llamada telefónica urgente de mi esposa. Tenía que ser algo realmente importante, porque mis instrucciones sobre llamadas telefónicas, cuando jugaba tenis, eran que sólo podía ser interrumpido si se trataba de Ricardo, el presidente, del Papa Benedicto o de Bill Gates; para cualquier otra persona no estaba ubicable hasta mi regreso del club.

—Hola Carlitos, ¿cómo has estado últimamente? Supe que irán a pasar la Navidad y el Año Nuevo a Cancún.
—Hola comandantol, efectivamente, tenemos planificado ir aprovechando los bajos precios, ya que aún no se recuperan luego del desastre de los huracanes, así que los hoteles están muy baratos para atraer de nuevo a los turistas pero, ¿qué se le ofrece?
—No lo vas a creer, Bill Gates me llamó esta mañana, me interrumpió un partido de tenis que ya teníamos ganado con Mifo.
—No me venga con payasadas ¡otra vez este Bill! e interrumpiéndole el tenis, ¿a dónde hemos llegado? —contestó Carlitos riéndose.

Esa misma tarde me reuní con Carlitos en el Club Naval de Valparaíso, y le conté que Bill Gates se había enterado que un ingeniero chileno había desarrollado un robot, que era capaz de detectar la existencia de todo tipo de objetos enterrados, además de metales y líquidos. Que tenía conocimiento que ya había efectuado algunos descubrimientos. Me pedía que verificara la veracidad de esa información y de ser cierta, tratara de ubicar la perdida Ciudad de los Césares.
—¡Chitas!, ¿la Ciudad de los Césares? Me suena mucho, pues usted sabe que yo soy de Valdivia, del sure, y allá, en las reuniones de amigos de mis padres, cuando ya se habían tomado un par de tragos salía el tema, pero yo personalmente siempre creí que eran puros cuentos.
—Yo he escuchado algo de una tal ciudad perdida, también llamada Pacha Pulai; te propongo que tú contactes al ahora famoso ingeniero del robot, y yo me informaré sobre la leyenda de la ciudad perdida ¿qué te parece si nos reunimos en mi departamento en tres días más?

Al día siguiente, al mediodía, Carlitos me llamó y me contó que había contactado al ingeniero inventor; que este le había proporcionado una infinidad de datos sobre el robot y que además estaba dispuesto a hacernos una demostración cuando quisiéramos; que encantado trabajaría en cualquier proyecto que tuviésemos, no le había dicho de qué se trataba el trabajo, hasta que no firmáramos un contrato.
Yo, gracias a Internet, averigüé prácticamente todo lo que se conoce sobre esta ciudad perdida, la cantidad de información disponible es realmente asombrosa; mientras leía pensaba ¿por qué no habrá más personas buscando algo tan fabuloso? La Ciudad de los Césares existe desde fines del siglo XVI, fue fundada por sobrevivientes de las ciudades españolas destruidas por los araucanos y por náufragos de accidentes ocurridos en los canales patagónicos y en el Estrecho de Magallanes; estos últimos trasladados hasta las costas de la actual ciudad de Puerto Montt a bordo de El Caleuche. La ciudad está ubicada en algún lugar del triángulo formado por los lagos Puyehue, Llanquihue y Nahuelhuapi. Fue sepultada por un cataclismo ocurrido en la región en el siglo XVII y cubierta por la lava y piedras lanzadas por las erupciones de varios volcanes. Las calles y veredas son de plata, las casas tienen sus paredes forradas con láminas de oro y plata y los techos están cubiertos por tejas de oro. La iglesia tiene sus paredes de plata y sus cuatro torres son de oro macizo. La riqueza que alberga es incalculable, se cree que gran parte del tesoro de Atahualpa se encuentra allí. Durante los siglos XVII, XVIII y comienzos de XIX fue intensamente buscada por exploradores españoles pero cuando Chile obtuvo su independencia de la península la búsqueda cesó.

Me trasladé al sur con Carlitos, don Manuel y su equipo de operadores del robot; nos alojamos en el Hotel Termas de Puyehue que lo transformamos en nuestro centro de operaciones, pués habíamos decidido comenzar la búsqueda en los alrededores del lago Puyehue. Carlitos andaba con cara de preocupado.
—Carlitos, esta zona del sur de Chile es una de las regiones más bellas de nuestro país, cuando viví en Puerto Montt venía los fines de semana a descansar a este hotel.
—Sí comandantol, esto es precioso, pero mi descanso en Cancún parece que está pasando al olvido, la patrona no me lo perdonará ni a usted tampoco. Sabes, siempre cree que andamos en malos pasos, yo no sé por que tiene esa idea, si nos viera, parecemos curas.

El robot TR, Trazador de Rutas, es un reactor de antiplasma, instalado dentro de una caja metálica de un metro cuadrado con cuatro ruedas y dirigido por control remoto; el robot opera de manera similar a los aparatos que hacen las ecografías, mediante ondas que rebotan. Las ondas son emitidas por varias antenas y la información recibida es enviada al computador que está dentro del robot, éste las compara con los patrones bioquímicos y atómicos previamente cargados de lo que se quiere ubicar, en nuestro caso, oro y plata. Luego de tres aburridores días en que nada sucedió, en la tarde del cuarto, don Manuel nos informó que habían detectado una importante fuente de oro y plata a doscientos metros del camino y a ciento cinco metros de profundidad. Nos encontrábamos en un lugar maravilloso llamado Aguas Calientes en medio del Parque Nacional Puyehue.

Al día siguiente, verificamos el hallazgo del robot y confirmamos que se trataba de una gran extensión de oro y plata enterrada alrededor de cien metros bajo la superficie. Regresamos a Santiago y obtuvimos los permisos necesarios para iniciar las excavaciones, pues eran terrenos fiscales dentro de un parque nacional; por supuesto, la prensa comenzó a informar de este posible nuevo descubrimiento del robot. Obtenida la autorización, contratamos una empresa experta en excavaciones y cual sería nuestra sorpresa al regresar a Aguas Calientes y encontrarnos con una multitud vociferante en contra nuestra. Una poblada de mapuches con carteles de la “Coordinadora Arauco-Malleco” reclamando porque estas eran tierras mapuches y además había un cementerio con siete tumbas que no podían ser profanadas. Otro grupo, tan numeroso como el anterior, Greenpeace, reclamando por la profanación del bosque y de una laguna en que había catorce cisnes de cuello negro y cuatro ranas de una especie única en el mundo. Otro grupo no tan numeroso como los anteriores, pero sí mas bullicioso, eran de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos, oponiéndose a cualquiera actividad del imperialismo yanqui en nuestra tierra, porque había apoyado a Pinochet para que derrocara al presidente Allende, quien estaba llevando al país al pleno empleo y a la felicidad popular y finalmente otro grupo heterogéneo con carteles en contra la globalización y la doctrina neoliberal. No pudimos hacer nada y hasta ahora, pasados cinco años, aún estamos en litigio esperando poder comenzar las excavaciones.

JORVAL
061105

Texto agregado el 06-11-2005, y leído por 1669 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
25-12-2007 hijo de puta... anciano de mierda...activa mi cuenta Ciberbaco
16-04-2007 Jorge, estoy comenzando a conocerte y me agrada lo que leo. Genial corguill
01-08-2006 ¡Limitantes de la vida moderna! Apuesto que al pirata Drake jamás le tocó lidiar con órganos gubernamentales y ONGs.. Genial el humor, al igual que todo el cuento. Maravilloso. Salu2. Axterion
29-01-2006 Genial. Humor y fuerza. ***** sorgalim
28-11-2005 ***** Me gusta su sentido del humor y me felicito por haberlo descubierto. Estupendo!!! Ya caí en una sola palabra! merche
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