Aquella mañana, Alejandra se despertó sobresaltada y encaró a su madre.
.-Mami, tengo que hablar algo muy delicado contigo.-
.-Dime mi amor, sabes que entre nosotros no hay secretos.-le contestó amorosamente su mamá.
.-¡Tengo un novio!.-
Alejandra contaba con quince años, pero almacenaba una gran madurez para su edad y muchas veces asombraba a su mamá con salidas reservadas para personas adultas y de avanzada experiencia.
.-Pues, me parece muy natural que te enamores y tengas novio.-
.-Eso creo, pero es que.... es muy mayor para mi, tiene veintitrés años y además tiene otra novia que según él, ya no quiere y está a punto de terminar con ella.-
El corazón, de la mujer que amorosamente aconsejaría a su hija, comenzó a latir con una vertiginosa velocidad con intenciones de despegarse de su pecho. Comprimió su actitud y trató de guiarse lo mas ecuánime posible, pero sus manos comenzaron a sudar y un temblor recorrió sigiloso por todo su cuerpo haciendo más tenso el escenario.
.-Mira hija,....el corazón en estos casos es el mejor consejero, ahora...¡Cuéntame de él!
.-No sé mami,.....¡A mi me gusta!, pero yo lo veo como que solo se quiere aprovechar de mi, pues siempre me está invitando a salir y cada negativa mía, es motivo de enojo para su ego y lo más preocupante de todo es que...¡Yo quiero salir con él!
La madre comprendió de inmediato el mensaje y con una muy tímida sonrisa, inundó de comprensión a la joven y hermosa doncella que tenía por hija y le endosó con cariño una mirada tierna tratando de aliviarle su congoja.
.-Hija mía, el amor es una lotería y hay que saber jugar, sino mírate en este espejo.-terminó gesticulando con sus dedos como señalándose el pecho para indicarle que se trataba de ella.
.-Yo también viví igual que tú esa ilusión, con los primeros suspiros de amor, a la edad de quince años y me enamoré pensando, que cada palabra que escuchaba de aquel señor, cargada de lisonjas y promesas, era lo único que importaba y aunque me llevaba 15 años, yo no lo veía como un obstáculo para tejer mis fantasías en sutiles hileras de sueños.-
La mujer respiraba profundo con cada recuerdo que enganchaba mientras su hija, la estudiaba atentamente como repasando deliberadamente cada palabra.
.- Creía en él, como se cree en la vida cuando amanece y se piensa que el sol resplandecerá de nuevo al otro día, mientras con apatía, dejaba colar a otra mujer en su vida, alimentando una débil esperanza, para que la dejara por mi.-
.-Mami, pero..¿Viviste intensamente eso que se siente cuando te mariposean con las mas bonitas frases?.-la hija buscaba respuestas que le aliviasen su angustia.
.-¡Claro que los viví!,...pero los mejores años de mi juventud se escindieron sin pudor, sin remedio y cuando desperté, luego de amar intensamente como a nadie, me enteré de que mi vida no estaba en sintonía con la suya y allí comenzó mi verdadero tormento. Por eso que llaman ironía del destino, conocí a otro hombre, te tuve a ti y recibí el mejor regalo de mi vida, pero el afecto nunca fue virtuoso conmigo junto a tu padre, porque aquella ilusión que una vez se aferró en mi, continuaba anidada y en reposo en lo más recóndito del corazón, esperando que un día regresara como el ave que se pierde y esperanzado, vuela con ansia guiado por esa misma brújula de amor hacía un retorno inesperado.-
La joven chica escudriñó con su mirada a su madre y notó como le asomaban dos lágrimas tímidamente. Instintivamente, se abrazó fuertemente a ella y le dijo:
.-No te preocupes mami, que si el amor regresa de nuevo hacía ti en la persona de ese hombre, yo lo amaré como si fuera mi padre. Te prometo que lo llevaré en mi corazón con cada palabra que me pronunciaste y las guardaré para siempre, pues solo deseo sentirte feliz para serlo yo también.-
Dicho esto se encaminó sonriente a su habitación con ese aire imperceptible de inspiración que solo se percibe en una chica de quince años.
Aquella mujer vió alejarse a su querida hija, recreándose con su lucidez y dándose ánimo por tan prodigioso regalo y musitando para si misma, que la vida es para cada quien,...¡Un toque de Dios!.
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