Hoy es uno de esos días que la tristeza es prisionera del olvido, en que la felicidad innata sale de tus poros, como si fuera tan fundamental como lo es respirar.
Te miras en un espejo, y tu sonrisa es mucho mas profunda que tu antigua imagen. Te sientes diferente, pero ante todo, mejor que nunca.
Vuelves a pensar por qué el llanto aquel día, te ríes de haber llorado tanto, y te prometes no volverlo a repetir.
Sales a la calle haciéndote notar, quieres que todos se den cuenta de que eres una persona nueva, que quieres comerte el mundo, el que nunca te has comido, el que has dejado que se comieran los demás.
El viento sacude tu cabello y te abres paso entre el murmullo y el humo de la gran ciudad. Eso que otras veces te parecía tan superficial, ahora te parece un escenario ideal para pasear tu orgullo.
Un día insaciable, un tiempo corto cuando se tienen mil palabras en el silencio, y mil silencios en una frase abierta. La cama te espera espléndida, dispuesta a recibir tu cuerpo cansado, pero satisfecho.
Mañana será otro día, quizá nubes grises con rayos casi inapreciables sobre los edificios magullados y las personas sedientas y sudorosas que corren intranquilas de acera en acera, pero nada de ello hará que sea peor que el día que has vivido hoy, porque hoy eres plenamente como eres , y sencillamente como quieres.
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