hache
Primero el izquierdo, luego el derecho y un par de chinelas gastadas la llevan hasta la taza de café bebida a horario. Revuelve el pensamiento ; ausencia, amor, ausencia, bebe lento y amargo. El día espera.
Primero el derecho, luego el izquierdo y un aire de acreedor incumplido la nimban desde el despertar desobligado de las reinas. Agita la mezcla que le ha dado jugosos dividendos por treinta años: una parte de culpa, dos de rencor, una pizca de autocompasión, media taza de falta de escrúpulos y apura el brebaje con la voracidad con la que devora la vida de quienes la rodean.
Una ducha breve, dos pasos hasta el espejo que devuelven la imagen aprobada: tratará de arrebatarle a la vida unas migajas, frunce los labios en un beso imaginario que le gustaría tuviera como asiento otros labios, deja que el aire fluya alma afuera.
Una mirada breve, dos reclamos al rehén que sin esfuerzo se somete a la rutina cotidiana: otra jornada exigiéndole a quien se cruce que le rinda tributo merecido, un gesto de desprecio le curva la boca en una mueca que algún desprevenido puede confundir con una sonrisa irónica.
Trabajo. Ganas de él. Teléfono. Dos besos ensobrados. Una sonrisa. Media caricia esquiva.
Horas llenas de nada. Exigencias a él. Teléfono. Dos facturas impagas. Varios gritos. Media lágrima hipócrita.
__Te extraño. Tienes tibias las manos. ¿ya te marchas?…Te amo, hasta mañana amor
__¿Pagaste el carro?.Tienes que buscar otro trabajo. No sé qué estás esperando…
Primero el derecho, luego el izquierdo, la almohada esconde las lágrimas y ahoga las ganas de amanecer abrazada.
Primero el izquierdo, luego el derecho, se frota las manos satisfecha: él una noche más vuelve a casa. Lo escucha toser en la otra habitación, espera que apague la luz, sonríe y emprende el rezo diario: hasta que la muerte nos separe. Amén
_Guerrera_
DOS
Me inclino sobre los finos rieles por donde caminamos amontonando espacio, despilfarrando besos, esquivando a la muerte en cada giro violento que nos propina el viento, acomodamos recuerdos, desordenamos pasiones, jugamos a esconder tristezas entre los estantes de mármol en los que se escuda la ausencia. A veces miro de reojo para saber si me espías entre esos párpados que se doblan vencidos por el peso implacable de una vejez prematura, a veces me sumerjo en el mundo de los demás para saber si me quede muda de tanto gritar tu nombre a escondidas, a veces me recuesto en un renglón de la historia para saber si pude escribirla, a veces me hago la que no soy queriendo ser intocable, a veces estudio geografía para no perderme en tus costas y otras matemáticas para intentar revertir el cálculo inexorable de los minutos que me acosan, a veces me dejo llevar por la mujer que oculta a la niña para ser más fuerte, para no necesitar la protección de tus brazos, para no llorar sin el consuelo de tu mirada, a veces hago magia y me convierto en rana para llegar de un salto ante la imponente figura que te representa, a veces intento maniobras y cambios pero, invariablemente, te amo y me conforma mirarte desde esta vereda, aún sabiendo que vos solo transitas sobre avenidas.
Roxana, 21 de octubre de 2005.
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