Salió corriendo de forma desesperada por el espeso bosque, no podía ver nada, como si delante de sus ojos hubiera caído un velo negro; sentía el ruido de las ramas que se rompían al pisar, el silencio solo se interrumpía por su respiración que sonaba cada vez más fuerte. No podía creer que esté todo tan negro; se esforzaba por reconocer al menos una silueta, una sombra; pero su esfuerzo era en vano, solo veía imágenes psicodélicas producto de la reacción de sus ojos a la extrema oscuridad. Comenzó a reflexionar acerca de por que estaba corriendo, intentaba acordarse de qué escapaba con tanto énfasis, pero no recordaba nada; el miedo acrecentaba, y su instinto le impedía detenerse a pensar la causa del terror que lo invadía. Sentía ramas golpeándole la cara, las más gruesas le dolían, pero no podía detenerse a esperar que se aclare. Intentó recordar algo, una imagen que le de una pista… nada, no recordaba absolutamente nada de su vida; su pasado era tan oscuro como el camino.
En medio del pánico sintió que sus pies ya no tocaban la tierra, agitaba sus extremidades pero no palpaba nada sólido, lo atacó una sensación de vacío… vacío interminable, inexplicable; su cuerpo y su mente eran nada. En un instante todo se aclaró, miro hacia abajo, estaba cayendo desde una altura que no podía calcular, pensó que a esa caída no iba a sobrevivir, y tenía razón… en ese instante se llenó de odio; se odiaba por no haber parado de correr, se odiaba por haber sido tan cobarde, pero sobre todo, se odiaba por no haber abierto antes los ojos, cuando todavía podía hacer algo para salvarse.
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