Los sentimientos ajenos se han convertido
en imágenes llegadas de quien sabe donde.
Los pensamientos propios aparecen solos
como inacabables laberintos color tierra.
La necesidad de los extraños se tiñe
del color de mis esperanzas fugitivas.
Y la llegada de la nueva luz y lo onírico
que sembré en el barbecho,
por no poder esperar,
hacen que se remueva todo
antes de poder entender
que para encontrar la paz
es necesario quererla.
No respetar el barbecho
es como hacer daño a la mujer,
que con pasión alimenta tu vida.
Solo lo haría un ser procaz
y canalla.
Aguadulce, noviembre de 2005
José María de Benito
Texto agregado el 06-11-2005, y leído por 122
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Hola José María
Este bello poema ya lo había leído antes, no recuerdo dónde, pero igual he vuelto a sentir la necesidad de reflexionar
Un abrazo
Dora MujerSol
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