ASESINATO
El humo de los cigarrillos llenaba la parte superior de la matera. Sacudido por las corrientes de aire, se deshilachaba, se disolvìa, ocultaba un rostro, se iluminaba con el resplandor de la estufa, y este humo parecìa la ùnica cosa viva entre aquellas figuras de cera postradas, escuchando al dueño evocar sucesos de antaño.
-La eterna rivalidad que existìa entre las dos familias provocò una verdadera guerra. Nos robàbamos entre nosotros, principalmente las vacas que eran una buena presa o lo que podìamos. Esto mantenìa despiertos nuestros instintos y originaba rencores profundos y eternos. Sin embargo, pese a ello, a través del tiempo no-se habìan producido hechos sangrientos.
-Pero ahora, el asesinato de Miguel ¡Es cosa muy seria! Êl era muy buen chico y que se haya enamorado de la Eulogia, quien a su vez correspondìa esos amores, no le da derecho a sus hermanos de matarlo como un cordero.
-¡Vea paisano! - Dijo sin dar muestras a quien iba dirigida la afirmaciòn- ¡Cinco puñaladas le dieron al pobrecito!.
-¿Còmo era el Miguel? Era un muchacho bueno, alegre y divertido, algo tarambana con las mujeres, ¡ Muy enamoradizo! Se reìa siempre de las historias de la rivalidad entre las familias.
-¡Parecen Montescos y Capuletos ustedes! No sé quienes eran esos, pero debieron ser divertidos ya que luego èl soltaba siempre una risa que contagiaba.
Impostò la voz en un tono grave y agregò:
-¡No-se merecìa ese muchacho ese final!
-Ellos se veìan a escondidas, y un dìa un hermano de la Eulogia la descubriò con el Miguel entre los fardos de alfalfa del granero de su casa. Hubo pelea, puñetazos, revolcones, lucha, pero no pasò de eso. Desde entonces comenzaron a vigilar a la hermana y la tenìan amenazada.
En esos dìas al Miguel se lo veìa taciturno, cabizbajo y cuando alguien le preguntaba por lo que estaba pasando, èl respondìa:
-¡Nada que yo no pueda solucionar en poco tiempo!
-A mi que me respetaba mucho por los años que llevo a cuestas nunca me dijo nada, -¡Hombrecito el muchacho!
-¡Y asì fuè!....-hizo una larga pausa buscando acaparar aun màs la atenciòn de los que escuchaban el relato-..... que una noche de primavera ellos decidieron fugarse.
-El Miguel fue a la casa de la Eulogia llevando una escalera, y subiò hasta la ventana de su dormitorio y golpeò la misma suavemente.
-¡Vamos! Le dijo en cuanto ella apareciò.
-¿Por què no entràs un ratito y luego vamos? Dijo ella apasionada por los calores primaverales y el profundo amor.
El Miguel no lo pensò, èl tambièn querìa estar con ella luego de semanas de castidad.
-Entrò e hicieron el amor en forma desenfrenada. Pero tanto bochinche hicieron que despertaron a los hermanos y èstos lo sorprendieron en la mejor parte.
-¡Cinco puñaladas le dieron al pobre!
--....¡Eso sì! Muriò con una sonrisa.....
Tortuga
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