Arde el campo,
arde tu cuerpo,
arde el mío.
Juntos se incineran,
seguimos sintiendo
el calor que nos dejo
la noche más larga...
Cenizas carnales
nuestro contacto,
nos fundimos (perversamente)
las chispas se mezclan.
Sudor dulce e hirviendo,
fusionando las neuronas,
gozamos en medio del balcón,
gritamos al tocarnos, reventamos.
Violamos los oídos,
ensordecen, se dejan olvidar,
nos oímos perdidos.
Sangrando los poros
hierve la sangre,
nos posee el viento
y cruza el abdomen
y seguimos bañados
-Sudando-
empapados de otro cuerpo.
Nos pertenecemos,
arremolinados, -muy pegados-
con el miedo de no estar
nos abandonamos.
-también las fuerzas-
Se agota el tiempo
y caemos rostro a rostro,
cautelosos al contacto.
Matiza el frío la noche,
seca la ansiedad
e inmoviliza los huesos,
(no estamos)
hemos partido
-otro mundo-
la cama,
tu cuerpo,
mi saliva,
tu sudor,
el aroma
(impregnado)
-otra vez tu cuerpo-
La cama tibia, ajena,
enroscada para dormir,
sin aliento te privas
-no sientes-
(Dormitas con la mano en el pecho
y la otra en el vientre
-con la vergüenza entre los dedos-).
El deseo ahogado, atorado,
-no vacila-
muere tiritando imágenes
de un limbo, huye desnudo
con el rostro amargo.
miel insípida
-la que bebo-
tu sexo.
Me siento a esperar,
sin preguntas, mudo de dolor.
Sin tocarte digo nada
-oyes poco-
no hago,
no hablo,
me distrae el pasado.
Escupo la sabana con deseos
-no sonrío-
-siento poco-
-este vacío-
-solitario-
Insatisfecho por la pasión
clandestina me columpio
en la nada del desván.
-preguntándome-en-realidad-
-cómo-puse-mi-mano-
-en-tu-vientre-,-cómo-nos-entregamos-
-sin-estar-seguros-del-deseo-.
Pij.
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