-Soñamos lo que deseamos,
deseamos y luego soñamos
o simplemente,
a veces dejamos de hacerlo
o nos da sueño tener que pensarlo-.

Se cierra la puerta
y tu voz no esta más,
tus ojos se han ido,
la ternura de tus dedos
y el color púrpura de tus labios,
no se verá por ningún lado.

Ahora tendré que respirar
o pensar que fuiste un deseo
simplemente soñado,
un deseo estéril en lo profundo de mi mente,
que creciste dando vueltas fetales
con la certidumbre de saberte lleno de deseos.

Creciendo con la cadencia de mi voz
y acostumbrándote a no tener miedo
de ser quien podrías ser,
con esa expectativa llegarías.

¡Pero no!, basto un solo salto,
un golpe que cortara de tajo tus sueños
y los convirtiera en desesperación;
en la nostalgia atribuida a un descuido.
Solo fuiste un largo deseo,
un sueño utópico que se perdió en la regadera,
en los sabores del suero,
en las ácidas gotas lagrimales
que se fueron al saber que no llegarías.

No lograste cruzar el pasillo,
no llegaste a ser niño,
no alcanzaste a verte bebé.

Ahora cerraré el alma,
ya no hay azul fugaz salpicante:
ni platos que limpiar,
ni sacos de sonrisas que vaciar,
ni libros antes de dormitar.
Solo quedan cuentos sordos
y palabras tiesas desorientadas,
no hay nada que desear;
menos soñar; todo se fue,
retrocedió sobre sus propios pasos,
regresó a ser utopía.

Pij.