Recuerdas a la niña desnuda sobre la mesa. Ves sangre y sientes el sabor de su saliva en tu boca. La recuerdas.
Anoche la invitaste a bailar. Piensas que es culpa de ella, que te creyó. Recuerdas que la deseaste con todas tus fuerzas, pero preferiste enterrarte un cuchillo en la mano. La recuerdas.
Recuerdas la sangre y sientes sus breves labios en tu boca. Recuerdas que te mordió la lengua porque nunca antes había dado un beso. Piensas que es una niña y que no es justo que esté bailando desnuda sobre la mesa. La recuerdas.
Recuerdas tu mano ensangrentada recorriendo sus piernas. La recuerdas. Sientes su leve cuerpo en tu cuerpo. Recuerdas que es una niña desnuda en tu mesa.
Recuerdas el cuchillo en su mano y su mano en tu pecho. Recuerdas tu sangre en su cadera y en sus ojos la rabia. Piensas en su saliva en tu boca y en tus manos en su espalda. Piensas en la niña desnuda sobre la mesa y no recuerdas nada más: ya has muerto.