Según Lacan la mujer no existe. Existe el feminismo simbólico que acondiciona y evoluciona
desde los primeros años de vida.

La mujer existe a partir de la privación.

La niña descubre la carencia del falo, esto, la lleva a desarrollar un sentimiento de humillación y hostilidad que va desencadenar luego en otras fases.

El niño, por su parte, desarrolla un sentimento de amenaza. De temor a la castración del
don divino. Se debe tener en cuenta que dicha zona genital ha sido fuente de placer
por ello su gran importancia.

En la niña, este -no tener- va crear el conflicto hasta llegar al Edipo freudiano. Su
interminable reproche a la vida y a la madre demanda el no haber recibido bastante saber,
bastante leche, bastante amor. No haber recibido lo suficiente.

La madre se convierte para la niña en el paradigma que le servirá de refugio. En ella se
apoyará hasta el dramático momento en que descubre que estaba dentro de una cortina de humo donde la madre tampoco tiene pene. Es aquí donde la niña en medio del conflicto determinará
su difícil camino.

La niña puede excluir el -no tener- creando para esto un falso -tener-. La mujer de
J. A. Miller se agrega lo que le falta. Donde en muchos casos, la madre es el punto de
fijación derivando en el lesbianismo.

La niña cree en el paradigma de la madre que -tiene-, como salida al -no tener-. Se da una
patología si se trata de esquivar el -no tener-. Las mujeres que cuidan de los bienes y se preocupan de mantenerlos. En este sentido no necesitarán de nadie ni de nada protegiendo ferozmente su tener.

La verdadera mujer lacaniana está preparada para el sacrificio de los bienes. Su acto es
siempre este. Cada mujer está preparada para ir hacia el -no tener-.

La verdadera mujer, que virtualmente es cualquiera, no puede mantenerse en esta posición todo el tiempo. Se trata de un momento en el que se precipita en el goce femenino renunciando a cualquier -tener- que se revela como puro semblante. Es decir, renuncia al falo por no ser más que un semblante de goce.

La mujer existe a partir del goce de la privación.

Esa posición femenina que consiste en
ser el objeto del fantasma del hombre.

Como se ve, el trabajo de las niñas es más complejo. La envidia del falo la lleva a sufrir
tortuosos trastornos psíquico-emotivos que determinarán crucialmente el destino de la futura mujer.