"De la nada venimos y a la nada regresaremos" - Padre Tobías V
El Demonio zarandeaba la cabeza de Gustavo Prieto de un lado para el otro que caminaba como un títere muerto con el cuello roto. Satán lo esperaba a la vera del camino en un claro de sabana en donde no se suponía que ocurrían estas cosas, pero estas cosas las trajo el blanco en su camino
- No creas en Tobías - le susurró muna niña nativa de dientes afilados a la vera del camino
- En mi vida sólo creeré en ti - le respondió Gustavo observándola a los ojos que en un momento se vieron com`pletamente negros surcados por una raya blanca eléctrica que subía y bajaba como si estuviera midiendo zona - En mi vida sólo creeré en ti - y continuó su camino asumiendo la gravedad de todo lo que implica el consejo
Ser hombre, más doloroso aún es ser hombre jóven, implica una lucha tenaz en contra de lo que exigen las hormonas de manera avasalladora, una constante batalla corporal, si se quiere ser santo. Implica la conciencia de poder ser fruto, implica guardar la potencia del gen para sí mismo. Implica el celibato, la castidad, y sólo poder hallar paz en la extenuante tarea de vivir nadando siempre en contra de la corriente. Implica ser capaz de poder aún sentir cariño. Pero implica olvidarse de poder tener progenie. Implica al mismo tiempo una liberación y un egoísmo. Implica puro estoicismo.
El Padre Tobías lo atormentaba con sus sermones. Parecía ser un agente del infierno atentando sistemáticamente contra sus sentidos, un asesino de intuiciones, un señalador de dedo largo acusador de señales cada vez que Dios no habla por su boca, un carcelero celoso del mundo de los hombres.
Sentado en la Iglesia Gustavo Prieto se revolvía en espasmos de espanto que apenas lograba disimular. Afuera la enorme Sabana se cubría de silencio expectante compartiendo al mismo tiempo el estúpido de los criollos y el furtivo mundo de los indios.
Una presión externa lo obligaba a elegir entre ser estúpido o furtivo. Una presión interna gestada de un tarde o temprano de algún momento preciso de su vida. Un sueño quizá. Vagamente recuerda haber sido secuestrado en un sueño de niño y haber traido consigo a una nueva tierra sus propios Dioses que para nada eran desconocidos para los indios. A la mierda con Cristo, no se trataba de Cristo, jamás se trató de Cristo, otro invento de los hombres por cuya causa sacrificaron a uno y ahora estaban dispuestos a sacrificar a una tierra entera. Las ninfas de los ríos, las mismas cosas con otros nombres y los criollos asesinos por todas partes la nueva inquisición, la nueva ignorancia, la nueva obligación, la nueva postración. Vomitó sobre el suelo de la Iglesia, siempre venía con cosas como estas, le enorgullesía extremadamente sus acosos de malestar y los exhibía abiertamente como protestitas ante la vista de todo el mundo. Deseaba caminar descalzo y perderse por la vera de algún río. Hablaba cinco idiomas pero ninguno de ellos le serviría. Lo único que le servía era sentir desde lejos la presencia de Satán... ése astro... ése astro... que los indios también sentían
Jamás caminó descalzo, pero nunca tuvo más de un par de alpargatas, el resto de su vida nos es completamente desconocido
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