Eres azul que mis sueños abarcas.

La nostalgia de la vieja blanca,
que se apodera de la corona del
rey.

Si me dieran a escoger, apostaría
por su puesto a tu puesta.

Eres mano que al igual que a mi
alma, Quebrantas la conciencia
del que muere para verte nacer.

Difícil es dejar que huyas en cada
uno de mis suspiros, y que
vuelvas en cada verano de mis
cielos claros.

Plata de todos los días, que se
encarna en la piel de mis lágrimas.

Herida que solo sana, ala esperanza
de que las estrellas te devuelvan
intacta.

Perfume de tinieblas que busco
en la egoísta soledad de mí
juventud y que raya en la orilla
de mis recuerdos.

Tu muerte pasajera atormenta mis
parpados, que bailan borrachos,
al compás de mi desvelo.