La Literatura es un estado de tristeza en el cual comunicamos a través de un papel lo que no podemos comunicarle a otro. Estoy seguro de que en un mundo normal, de que en un mundo sensato, vale más un solo buen oyente que un millón de buenos lectores. Creo que sólo cuando las cosas están demasiado mal es que necesitamos comunicar algo a tanta gente.
Probablemente la literatura desee reflejar esos males: nuestra carencia, como un ejercicio para concientizarnos; o pretenda comunicarnos una historia (una historia humana) indicio este de que no la tenemos. Puede que intente sugerirnos un remedio. Por más que lo pienso, la literatura sólo tiene valor debido a nuestros males y, si no nos sirve como cultura, al menos nos sirve como consuelo, lo cual es en sí un desconsuelo
Si las cosas están graves (que es lo que muchos escritores se dan cuenta) pues, ¡Que viva la literatura!: genera un vínculo entre nosotros. Pero si las cosas no están graves ¿No es más bonito estar vivo y poner el deseo en acción? Ser, en lugar de soñar que somos.
Antes de ser un buen lector tengo más deseo de ser un buen oyente, y que esta emergencia, urgencia, que nos acosa y que nos obliga a soltar al aire tantas soledades, reflexiones, consejos, moralejas, enseñanzas, sugerencias, riquezas, tristezas, deseos, añoranzas, ambiciones y beldades, se convierta; y que todo poeta, cuentista y novelista lo sea por la boca, por el gesto y por la sonrisa: por el trato; por el trato humano en el que hemos tratado de ponernos de acuerdo.