OTRO PUNTO DE VISTA
Hacía ya varios días que su amiga faltaba sin aviso. Para colmo, comenzó a circular ese comentario que la intranquilizaba, aunque le resultara muy difícil de creer. Se decía que Renda -uno de los empleados de Don Jorge Saraví, dueño del establecimiento en donde vivían- la había asesinado, descuartizado y comido en un extraño ritual, que Don Jorge realizaba periódicamente, junto a un grupo de amigos, Renda y algún otro empleado de confianza.
Pasaron más de dos meses y el comentario fue finalmente aceptado como cierto por todas. Se llegó a decir, que ya había sucedido en otras oportunidades. Pero...Cómo es posible que nadie haya hecho nada?
Su preocupación se transformó en pánico al notar que Renda, le prestaba cada vez más atención. El miedo, esto es normal, adelgaza el raciocinio y engorda la desconfianza.
Todo se precipitó un día de mucho calor, en que estaba descansando a la sombra de un frondoso ombú. Renda, comenzó a acercarse lentamente. Ella vio a través de las ondulaciones que producía el aire caliente, como sus pupilas se dilataban por la excitación. Se paró para alejarse distraídamente de su lugar de descanso, entonces Renda apuró el paso, y llegó a enfrentarla. El hizo un brusco movimiento hacia la derecha, obligándola a moverse en sentido opuesto. Inmediatamente, quebrando la cintura, Renda se inclinó hacia la izquierda, saltando sobre ella y tomándola con su brazo por alrededor del cuello la tiró al piso.
En un festín carnicero su cuerpo (incluidas sus entrañas), fue devorado por los invitados de Don Jorge, quien felicitó a Renda por su faena.
Su vida había estado marcada, ese era su destino, al igual que el de su amiga y el de muchas otras vacas, de ese y otros campos ganaderos.
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