Reviento los cimientos de mi ausencia,
debatiendo con la nada el control del todo,
soñando los delirios de grandeza que me extirparon,
ahogándome en un suplicio de lágrimas sin llanto.

Perdido todo y ganándome mi propia nada,
me impregno en la melancolía de mi Castilla,
recibiendo puntas de lanzas en mis costados,
crucificado en la sequedad de mi tierra.

Inspiro el odio que me llena;
caigo por ramas de olivo,
me empapo de su olor…
y muero…por el todo.


( noviembre de 2000 )