Recuerdos de miedo

Recordando mi infancia a la distancia es gracioso pensar en el miedo que sentía por todo lo referente a lo misterioso. Era una mezcla en realidad grata por interesarme hacia todo lo desconocido. No había película de terror ni de ciencia-ficción que no mirase. Muy a mi pesar me gustaban mucho pero también me asustaban. Al hombre que lo habían hecho en un laboratorio, robando las partes de los cuerpos humanos de cementerios. Cociéndolo y creando esas cicatrices tan espantosas. El vampiro que merodeaba en las noches con sus grandes colmillos tratando de subsistir, sacándole la sangre a sus víctimas hasta morir. Buscando una esposa que pueda vivir con él la vida eterna. Esa bestia que al llegar la luna llena se transformaba en un animal peludo similar a un lobo, pero mucho mas feroz que convivía en la ciudad sin imaginarse sus vecinos cuan peligroso se tornaba en esas noches especiales. También me enloquecía por ver todo lo que tuviese que ver con ovnis o extraterrestres. O por que no viajes al espacio con guerras. Eso por ahí tiene que ver con mi generación que fue la que vio la llegada del hombre a la luna. Despertó en mi el interés por el espacio exterior.
Volviendo al tema de terror se me vino a la memoria un echo que marcó mucho mi vida en el terreno de lo sobrenatural. Siempre en las ciudades se cuentan historias de casas encantadas. Es así como fue por mucho tiempo el comentario incluido en la mesa, tanto en el almuerzo como en la cena de esa casa especial. Despertó en mi Papá la curiosidad, él era una persona reacia a todo lo que no se comprobara con la ciencia. Fue así como decidió con un amigo pasar toda una noche en la casa encantada. Se prepararon llevando linternas radio y revistas. El tema era pasar el tiempo lo mas distraído posible para no tener que sentir los ruidos que tienen las casas viejas. A eso atribuían el encantamiento; el silencio de la noche, la soledad y el miedo reprimido que tiene uno en su interior. Eran el motivo que terminaban asustando a la gente. Llegó la gran noche y la despedida recuerdo fue muy emotiva. Entre risas y bromas partieron mi Papá y su amigo. Yo interiormente no hubiese querido que fuera pero, ya era el amor propio el desencadenante.
Nos contó mi Papá que al llegar y cruzar el umbral un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Su mano firme sujeto el picaporte de bronce rojizo que hizo girar, y la puerta lentamente se abrió produciendo un chillido que fue como una bienvenida. Al entrar en la sala principal se encontraron con paredes apesadumbradas decoradas con retratos antiguos supuestamente de la última familia que habitó la casa. La cual en la década del cincuenta fue asesinada agredidos con un arma filosa punzante que atravesó en todos los casos el corazón. (Todo sucedió a la noche los cuatro integrantes de la familia yacían en sus camas). En el medio de la habitación una mesa con cuatro sillas era el único mobiliario. Una arcada daba paso a un pasillo largo, con placard tan largo cual la pared. Que comunicaba a tres dormitorios y al fondo el toillete. Todas las estancias tenían sus techos altos eran tétricas. Pegado a uno de los dormitorios se encontraba una escalera que daba al ático. Luego de recorrer todas las dependencias y asegurarse que se encontraban solos se acomodaron en la sala. Comenzaron primero a contarse chistes luego de terminárseles el repertorio siguieron con las revistas. Alrededor de la once y cuarenta y cinco se escucharon pequeños golpecitos que provenían de la pared, los cuales se fueron haciendo más notorios. Ya a las doce la casa se tambaleaba la mesa se movía de derecha a izquierda las sillas corcoveaban. La luz se apagó y fue difícil conseguir las linternas, todo lo personal que llevaron se encontraba volando por la habitación.
En realidad no soportaron mas y el miedo fue tan grande que salieron corriendo dejando todo lo que llevaron. De ahí en adelante mi Papá no fue tan escéptico creyó más en lo sobrenatural.