Tengo ganas de escribirle al hombre que ha roto mi existencia.
Tengo ganas de decirle que ha hecho de mi vida un sueño.
Tengo ganas de abrazarlo y sentirle la piel,
de acariciar sus orejas con mis mejillas,
de rozar su nariz con mis labios, de pasar mi nariz por su pelo.
Tengo ganas de contarle muchas cosas todos los días,
de escucharle en las mañanas y en la noche,
de escribirle cartas y de que él, me escriba cuentos.
Tengo ganas de tenerlo muchas lunas y también durante varios soles,
de levantarme en las noches y verlo con los ojos abiertos,
de acostarme en la mañana y sentir su respiración en mi pecho.
Tengo ganas de decirle: Te quiero.

Pero no un “te quiero” simple y no tan directo;
más bien uno bañado en flores, perfumado de olores de invierno,
de colores cálidos y fríos,
mullido, como lo es el viento.

Tengo hoy ganas de decirte que te quiero.
Un te quiero revestido del mito del Amor,
de la no-muerte.
Para que entiendas hoy y siempre
que a tu lado soy vida y suerte.