El logro más grande de la humanidad es el haber destruido el discurso, es decir: aquello que nos cuenta. Y el haber descubierto que es posible inventarnos. El gusto consiste en decir mentiras que nos gusten. Y es de mal gusto o incluso de asunto de esquizofrénicos el decirnos la verdad. Quien dice la verdad mediante palabras que retraten lo obvio prontamente se convierte en Enemigo y ello está bien porque nos permite tener un blanco sobre el cual descargar nuestro odio.

Reconocemos como cierto todo aquello que nos hace sentir bien y como odioso todo aquello que nos hace sentir mal.

Si alguien que nos hace sentir bien calla a alguien que nos hace sentir mal es cosa que aplaudimos. Si algo en la realidad se pone demasiado feo lo cubrimos con una pancarta y pagamos por ello, otra opción consiste en no ver y el buen gusto en no hablar de ello. Si alguien habla de ello se convierte en Sospechoso y le preguntamos que quién le lavó el cerebro, o le enviamos a tener una consulta con un psiquiatra o, sencillamente no le preguntamos nada, pero eso sería irresponsabilidad.

En el mundo hay gente buena y gente mala y ello lo explica todo. La buena es a quienes les sucede todo lo bueno y la mala es a las que les sucede todo lo malo porque así lo quiso Dios. En el mundo hay que estar alerta porque cada vez hay más gente mala y hay que estar doblemente alerta porque cada vez aparecen más sospechosos y enemigos por doquier.

Además de que el buen gusto está desapareciendo porque cada vez hay menos gente que nos haga sentir bien, aparecen huecos en las pancartas y todo eso es signo manifiesto de decadencia social. Esto es una alerta porque la mentira está perdiendo efecto. Basémosnos entonces en la opinión y hagamos de ese espacio nuestro campo de guerra, cortémosle las manos a quien toque la realidad. Los Hechos son historia del pasado y los descriptores deben ser buscados por doquier, para que sirvan de alimento de perros. Que suba el humo negro de la carne humana quemada por los aires y les mostraremos por los medios una otra realidad, diremos que son cauchos quemados por los mismos que están muriendo, diremos que es dinero, diremos que es lo que nos duele más. Enseñaremos a criminalizar a los inocentes y a convenceros de su culpabilodad y quien no esté de acuerdo al aire irá

Cuando retorne la paz volveremos a Disney World o a un casino en el desierto y os convenceremos que, cuantos más desiertos más casinos podemos hacer. La realidad, aunque no la podemos hacer desaparecer tendrá por siempre en vuestras mentes menos poder que la Ilusión y todo aquello que se necesita podrá ser puesto en un artículo comercial. Sólo el dinero vence el mal y todo aquel que no pueda pagar será artículo a vuestra disposición para que lo traten como objeto por objeto de vuestra propia diversión. Y para todo aquel que pueda pagar el mundo en latas que amanecen en el suelo desechadas por doquier.

Sólo lo inimaginable es en realidad efectivo porque va más allá de toda mediana imaginación y para que toda descripción pueda ser fácilmente convertida en mentira. Sólo así y en estos términos podemos ser los amos de la realidad y el que no pueda ser feliz con mucho gusto les venderemos inmediatamente unas pastillas, unas pastillas que, no hagan daño a la realidad.

Sólo así estaremos todos tranquilos y habrá paz.

Hasta que la Paz sea una realidad social. Compre sus pastillas Paz, una agradable resignación llena de clase, de estilo, de espíritu, de elegancia y de confort. Cómprela ya.