Las calles están húmedas, es de noche, estoy acompañado. Buscamos un lugar, cualquier lugar en donde pueda suceder cualquier cosa. Cazadores buscando presa, se siguen las huellas por los rostros de la gente. Cada quien, cada cual que camina en la acera está en su propio mundo, todos trasumen interés, cada quien está en su mundo. Clara y yo somos un solo olfato. Las calles están húmedas, en una esquina un mendigo toca un bongó. Son las once de la noche, encontramos un bar. Saliendo de la calle, entrando en cualquier lugar, siempre hay una impresión de cambio de vestido. Tocan música experimental, en media hora - lo sabemos - habrán más personas sentadas en nuestra propia mesa. En media hora cada cual se consigue su lugar más interesante. Hay gente amable e interesante en algunas partes, cada quien consigue su comodidad. Hablo con una chica super interesante, nos seguimos las ideas; el silencio es como un saludo de reconocimiento. Todo está bien, llega más gente de la calle. Miro atrás hacia Clara, todo está en su lugar. No estamos en Venezuela. Todo está bien. Salimos cinco en la madrugada a un otro lugar. Al día siguiente Clara y yo nos encontramos en la casa y todo anda bien.
No estamos en Venezuela.
Somos adultos. Nos sabemos personas.