Cada vez que Buda renace arregla los desórdenes del planeta


Buda es la perfección

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Lamentablemente todo individuo poderoso genera accidentalmente sectas poderosas que se desvirtúan y se fortalecen mediante todo lo que dicen de él.

Dios no es persona. Toda persona que hable o que actue en nombre del verdadero Dios es un profeta, debemos entender entonces que Jesus es un profeta.

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Antiguamente se creía en dioses y también se creía que éstos de vez en cuando aparecían en persona (en cuerpo humano), sin embargo las manifestaciones de estos seres eran sobrehumanas, amontonadores de nubes, seres capaces de descender en vida al mundo de los muertos, seres capaces de imponer su voluntad sobre fuerzas de la naturaleza, seres capaces de calmar a las fuerzas de la naturaleza. La creencia humana manifestada en las llamadas sagradas escrituras, a lo largo y a lo ancho del mundo, narran de la existencia de individuos con extrañísimas capacidades sobrehumanas. Leemos de Jesus, de Krishna, de Enkido y de Gilgamesh, de Mahoma, de individuos que se dice que vivieron alguna vez en este planeta. Son testimonios de fenómenos imposibles de comprender pero que, contradictoriamente, mediante el uso de la fuerza constantemente se nos obliga a creer en ello.

Digo que es contradictorio porque creo que en el fondo nadie cree en eso, pero en muchas ocasiones nos vemos obligados culturalmente a decir que creemos que el abanderado de nuestra cultura religiosa realmente realizó todos los prodigios que se le suponen. Culturalmente existe esa presión porque, al parecer, posteriormente a la aparente aparición de un individuo portentoso surgió una secta cuyo poder consiste en mantener la creencia en esa portentosidad y canalizarla hacia ella. La creencia en un ser portentoso está mediatizada por la Iglesia que canaliza todo el poder de creencia humana hacia ella. Utiliza dos discursos para mantenerse en el poder sin esencialmente poseer ninguno: El discurso de la Culpa y el discurso de la Salvación. La secta surgida posteriormente a lo que fue la vida de Mahoma utiliza una metodología similar a la de la Iglesia Católica.

Lamentablemente después de la aparición de individuos portentosos, sobrehumanos, surgen sectas que se guindan de sus cadáveres como sangujuelas chupa sangre.

¿Quita eso, a pesar del infortunio, el verdadero poder esencial de esos individuos portentosos?

En la respuesta a ésta pregunta consiste realmente nuestra creencia.

Quien cree en la Biblia no puede aprobar el comportamiento histórico de la Iglesia.

Quien cree en el Corán no puede aprobar tampoco el comportamiento y actitud de muchos de sus partidarios que se elevan en el poder para cometer atrocidades.

Quien cree en individuos portentosos, sobrenaturales o ejemplares no puede creen en sectas y menos si éstas sólo ansían obtener poder para luego lanzarse sobre la gente como dictaduras, como fuerzas opresoras ansiosas de ciego obedecimiento, contrarias a la actitud humana ejemplar de la cual surge toda su propaganda. Esas sectas son como árboles cuyas hojas devoran sus propias raices. La única esperanza para uno consiste en que al final la enseñanza espiritual original queda.

Jesus, como profeta, dejó una estela maldita trás de sí; y esa estela maldita es toda la opresión, inhumanidad y asesinatos cometidos por la Iglesia en su nombre.

Mahoma, como profeta, dejó también una estela maldita trás de sí ¿Cuantos asesinatos y opresiones no han sido cometidos por sus sectas en su nombre?

Son profetas malditos, sagrados y malditos cuya estela exige sangre y que ha sido derramada en su nombre (son cosas de Dios), éso no les quita su carácter sagrado, su sobrenaturaleza, su sacralidad.

Buda es la Perfección.