"Un país no es nada
nada lo justifica
ni sus putos muertos
ni sus putas batallas

Yo no debo nada a Dios ni al gobierno
por haber nacido por el coño de mi madre"

- La Polla Records


Así pensaba yo cuando era joven y feliz, pero la vida - ese lento y monótono transcurrir cronológico - nos depara muchos tropiezos hacia nuestras ideas. Maldito en momento en que abrí un libro de Rousseau y no pude dejar de estar de acuerdo con él. Maldito el momento en que comprendí el planteamiento de Sócrates en la República. Maldito el momento en que comprendí que Marx tenía razón en su análisis de un funcionamiento, bendito por siempre el momento en que me enamoré de Bakunin, maldito el momento en que comprendí que Adolf Hitler tenía sus causas..., maldito el momento en que me di cuenta que Maquiavelo era un hombre sabio. En fin: mi vida después de mi alegre juventud, en la que sentí que tenía el derecho de escupir en la cara a quien mal me caía, no ha sido más que la suma de malditos momentos.

Aún, a pesar de todos los tropiezos, no sé si vale la pena considerar la idea de país, no deja de ser para mí una idea abstracta aún cuando me conmueve la fuerza con que algunos la defienden. Prefiero considerar la posibilidad de desarrollo de los individuos en un conjunto, por esa idea todo vale la pena, pero antes que nada el individuo debe permanecer siendo tal siendo tambien importante el "lazo" que lo une a otro individuo. El problema es que el lazo es Universal.

¿Que tenemos en común tú y yo por haber nacido ambos en un mismo lugar, denominado bajo un mismo nombre? ¿Una historia común de opresión, de logros y de abusos, de búsqueda de libertad? ¿Y, si es una historia de libertad, por nuestro mismo estado, no deseamos acaso que todos la tuvieran, o preferimos vivir a costa de los demás? - Como no somos libres, nuestra historia en común no es más que un conjunto de mismas circunstancias.

¿Qué hay de otro país? - no es nada más que la historia de otro conjunto de circunstancias, en la cual cada uno de nosoptros seríamos otra cosa por hallarnos al arbitrio de circunstancias distintas.

Pero como tenemos una historia en común, una sucesión de sucesos que nos hacen, nuestro cuerpo y nuestra mente y nuestras posibilidades, debemos defender nuestras circunstancias... porque si bien no existe un país, indudablemente sí existen las circunstancias que nos rodean, y si estas no son exelentes debemos hallarnos en la obligación de cambiarlas.

Detesto al prójimo, no lo veo más que como un conjunto de ideas, por lo tanto un ser moldeado... me parece estúpido. No me siento en la obligación de defender la forma de ser ajena porque el otro no me importa. No me importa en la medida en que no me interesa, no me interesa lo que es... pero sí me interesa lo que puede llegar a ser... un individuo libre: un sí mismo.

Me interesan los sí mismos que ahora no encuentro. Y me interesa defender la posibilidad de que existan.

Al final siempre todo culmina en la anarquía: individuos habitantes de la realidad

Y la realidad es algo de lo que muchos ni si quiera nos damos cuenta: es necesario entender los desórdenes que causan los estados actuales de cosas, esos desórdenes son productos de fuerzas que nos agobian, de fuerzas que de algo (de falta de voluntad) se alimentan y que se levantan para pisotear nuestras voluntades. Librarnos de esas fuerzas que de nosotros se alimentan debe ser nuestra prioridad; olvidándonos de abstracciones como "país e história" debemos tener noción de la actualidad (que por supuesto posee una historia), y luchar ahora contra el poder de las fuerzas que nos oprimen, que viven de nosotros sin dejarnos evolucionar.

Porque todo se reduce a la posibilidad de poder crecer o no. Olvidándonos de cualquier dictamen de lo que debemos llegar a ser. ¿Por qué? porque todo individuo es esencialmente libre y por lo tanto evoluciona a su propia manera, el medio de que ello sea posible es lo único que realmente importa.