Tome un baño de tina con agua caliente, vierta la espuma. Sumerja su cabeza – lo que se convertirá en caldo, que hay que reservar -.
Se utilizará el cuero, carne, orejas, hocico, lengua, brazos, piernas y pecho. Aséelas con mucha dedicación.
Una vez terminado el baño, séquese bien. Tome su mejor bata y zapatillas de levantarse.
Reserve tres tazas de caldo, y el resto, cójalo con un jarro y desparrámelo por el baño y pasillos de la casa. Sería recomendable echarle una pizca de sal, para el toque amargo.
Comience a imitar un dolor de pecho, permítase que su brazo izquierdo cuelgue, siéntalo hinchado.
Pida ayuda. Con hocico y lengua vocalice con dificultad, con el cuero de su cara realice muecas de dolor. Que sus piernas no resistan, y desplómese sobre los pasillos húmedos. Retuerza y gire. Sacarle provecho a la situación. Tome dos cucharadas de angustia y doscientos gramos de temor, grite con más fuerza, ayúdese de cuatro tazas de alaridos, para que sus vecinos escuchen.
Una vez que se haya asegurado que todos estén pendientes, muélase bien y métase dentro de una olla, vertiendo tres tazas de caldo que ya había reservado, y a fuego lento hervirá hasta el último suspiro.
Apague el fuego, y traslade la masa hasta un molde de madera a tamaño, forrado con tela blanca (para que el contraste sea más tétrico).
Deje enfriar, y luego póngase en el refrigerador, reposando toda una eternidad.
Para desmoldar, sumerja el molde en agua caliente, unos minutos, y vuélquese en una fuente.
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