Dijiste que éramos animales de costumbre, entonces me acostumbré a tu beso en la mañana, a que antes de levantarte me mordieras el hombro proponiendo una carrera al baño para la ducha, sabiendo que yo tenía todas las de ganar, y tu y yo sabemos por qué casi siempre me ganabas.
Me acostumbré a seguir católicamente tus tres pasos antes de desayunar, como mirar la fecha de vencimiento y lavar bien esa manzana y no leer mientras se come.
Incluso he llegado a sentirme incómodo cuando no recibo tu llamada de las siete, y me molesta saberme de memoria la presentación de mi escritorio con sus lápices y todo tras pasar varias sesiones esperando a que ladre el bendito teléfono.
Pero bueno, después de tantas horas en solitario, con una botella de vino en mi mano y otra en mi cabeza, permíteme negar tu teoría y sacarme un poco la corbata y subirme con zapatos en la silla -solo para molestarte y que vengas a reclamarme- y mirar tu retrato aquí en la mesa y llorar tu recuerdo en todas partes...
Permíteme negar tu teoría. No soy un animal de costumbre, y tal vez sería la solución perfecta para soportar tu vacio en la mesa.
No me acostumbro a este espacio en blanco, me niego a saber solo tu espacio en nuetra cama y no tolero que te llame y no respondas... es que no merezco una explicación al abandono después de tanto tiempo, tantos besos, tanto llanto?; ayer te busqué en casa de tus padres y se taparon la cara mientras tu vieja lloraba mucho y tu pá’ me hacía señas y lloraba más que la vieja... dónde estás ahora que tengo listo el revólver que me habías escondido y encontré hace poco buscándote debajo de la cama?
Dónde estas ahora que mis gritos empiezan a ser susurros o tal vez ya lo eran pero sólo ahora empiezo a notarlo?, Dónde estas ahora que siento el cañón en mi sien y un frío en mi espalda? Por qué no respondes a mis voces que son ahora murmullos invocando tu nombre?
Dicen que estás con Dios, que te fuiste tranquila, que lo último que dijiste fueron las tres letras de mi nombre antes del suspiro; dicen que tus cenizas me aman dede esta caja, y dicen y dicen todos, y no puedo creer ni acostumbarme...
Que sigan diciendo todos ahora que aprieto len ta men te el ga ti llo.
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