Ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
M. B.
Para cuando Emma despertó, las cosas ya estaban sigilosamente acomodadas y repartidas en las tres maletas.
-son las cinco de la madrugada, ¿qué no el viaje era a las ocho?
-acostate otro rato, mujer, que yo sé arreglar mis asuntos.
-¿cuánto tardarás en volver?- y se lavó la cara que conservaba residuos de él
- no sé si vuelva siquiera para fines del otro año
-¿querés desayunar?
-un poco de leche no me hará mal. Tampoco a vos, no quiero te mal pases mientras yo no estoy.
Ella sirvió un poco de leche para ambos, sacó un pastel del horno y lo puso en la mesa junto con los dos jarros.
-te alegra mi partida.
-no, al contrario, me alegras vos, y si esto está aquí, es porque quería celebrar contigo
-celebrar qué, mujer- se rió un poco.
-nuestras noche buenas, Navidades, Años nuevos, Calumnias y abismos.
-¿ no querés el Día de las madres?- de nuevo rió y ella sonrió con complicidad.
-anda, toma un trozo. Por ti, por mí, por nuestros problemas.
-no, ellos no.
-qué tan grave es el asunto. Yo sé que estás metido en algo Gordo. Escuché en las noticias hablar sobre Adolfo, un policía le dijo al periodista que todos los amigos de Adolfo son buenas piezas.
- Juda loco, no sabe que esto no es ajedrez.
-ya, en serio, ¿qué tan grande es?.
Él la tomó de la mano y le dio un beso en la frente.
-es tan grande como vos y tu amor, tan grande como yo y mis estupideces.
Se acabó de un trago toda la leche y dejó el trozo de pastel a medias.
-es tan grande como lo que llevas dentro. Nuestro eterno legado. Mira que en verdad está grande la cosa. No te preocupes, para cuando acabe el periodo regreso, para cuando el pibe este ya sea igual de fuerte que ambos.
Luego le alzó la camisa y comenzó a besarle el ombligo.
-Porque será pibe, de eso no hay duda.
Y se marchó.
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