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Dicen que el amor es como un plato de tallarines. Lleno de enredos y deliciosos sabores. Se trata de un plato común y corriente, pero que en más de un hogar se prepara más de dos veces en la semana. Es tan cotidiano, tan suculento... "Uuui... que está contundente, eh?".
sobre todo cuando lleva albóndigas, o carne molida con laureles en salsa de tomates a la italiana. Mmmm... espléndido. Todo acompañado de un buen vino. ¡Qué delicia! Con luz tenue y las ventanas abiertas para que el aire fresco entre, en una noche calurosa. Toda la casa limpia, o departamento, y cocinas sin ningún apuro. No tienes más que un sólo plan. Esperar a que llegue.
Dicen que el amor se asemeja a un plato de tallarines. Cuando menos te lo esperas te salpicas y tu camisa blanca queda sucia. De tan buen sabor y tradicionales especias quedas embriagado, y te dan las horas y horas y horas comiéndolo, miras la mesa, sentado tu sólo, y bajas la cabeza a cada intervalo de bocado a la boca. La cortina se mueve como cuán novia blanca y felíz, danzante y fulgurante en una noche memorable. ¿Y el arroz por los aires? No, es un plato de tallarines. Lo comes sólo, con tristeza, y comprendes que el amor puede ser como un plato de tallarines, pero si tu persona amada no lo come junto a tí, siempre será un plato de tallarines... y nada más.
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