Se parece más tu boca, a la llamada errante de mi dueño Que no hay aquí disgusto sin fuego Ni herida sin rasgos verdaderos En altos montes yo concibo La osadía de querer merecerte y poseerte Más en las horas que destino a decirlo Se destierran las penurias de mi suerte Estando ya henchida de coraje y ardor Me lastimo para ofrecerte el objeto de la pasión que exhibo Ni tuyo es el color ni mío el olvido Que es aquí la prueba perpetua Que en mi la pena se renueva sin aviso
Texto agregado el 01-11-2005, y leído por 203 visitantes. (7 votos)