No importa mucho cuánto me lave con jabón de menta ni cuánto el olor a la lluvia que no cae adorne la tarde; no ha querido llover pero tampoco ha querido escampar y me sigue pareciendo que hoy es un preámbulo al final.
¿Cómo lo explico?
Anoche soñé que cien cosas que eran importantes justo antes de acostarme a dormir, se fueron por el ducto de la basura y ya ni las recuerdo. Entonces todo tiene aire de final como si mañana, más que un final, fuera a ser un nuevo comienzo, por decirlo así, y yo sin saber por donde empezar.
Sólo supe por dónde acabar. El jueves pasado pasaste por mi lado y ni me miraste, y yo comprendí por fin que todo había terminado, porque eres muchas cosas que pensé, exactamente, eres todas las cosas que pensé y que te toca seguir siendo por tu propio lado; que es lo mismo que decir, que me dio un poco de lástima esa última mirada a tus grandes ojos marrones apurados, porque probablemente ya nunca sepas que te pude querer, que tenía este genial plan de quemar banderas y patear piedras contigo, y un día tus ojos marrones se van a detener y a preguntarse “dónde estará la que...” y para mi serás la cosa numero 101 que se irá por el ducto de la basura.
Tal vez por eso es que mañana tiene ese viento de the-end.
Es como pensar que no importa cuántas veces baje mañana por la rampa, ya no serás mas una persona que está ahí, sé que no tendré ganas de saludarte ni de mirarte porque cuando te mire me explotarán los ojos en un montón de gotitas celestes y voy a estar sin tristeza, sin soledad y sin ti. Con un vacío extenso y hondo en toda esa parte del plano tridimensional donde podías estar tú, con tus cosas y tu pelo, y tus amigos y tu sonrisa o tu rabia y tus pasos y tus zapatos y tus lentes oscuros y todo lo que está detrás de eso.
Mañana me tocará renacer y conocer de nuevo a la gente y se va a sentir todo tan solo, como el primer día que puse pie en ese Overlook enorme que nos empeñamos en llamar universidad, y no reconoceré al chico del puchero, ni a la muchacha que siempre me saluda y no se quita sus aretes de estrella, ni estará el profe de inglés bajito, ni el viejito Martín; los pasillos hacia el salón de computación me parecerán confusos y todo todo será como estar viéndolo por primera vez.
En el fondo quiero... que todas las cosas que realmente importan, insistan en quedarse en mi vida y vuelvan con sus auras fluorescentes a llamar mi atención en vez de resignarse a quedarse en mi punto ciego.
Pero sobre todo, quiero pedirte a ti, que te salves de la nada como en ese libro, que no dejes que te trague, que mañana estés feliz como no lo has estado en meses, para que tal vez tu sonrisa me tumbe a un rincón del pasillo y yo tenga entonces las ganas y la convicción y la fuerza de levantarme a reclamarte o a mirarte o a decirte que gracias por atravesarte en mi camino y seguir mi día, como estuve hasta el jueves, convencida, de que tal vez la próxima vez sí será la vencida.