Seguíamos sentados en la orilla de la playa, el agua arañándonos los tobillos.Totalmente ausente, ella miraba al mar, buscando un punto entre las olas. Alcancé a distinguir una lágrima atravesando su cara, entre sus cabellos alborotados por el viento. No me atrevía a preguntarla en qué pensaba. Tosí, ella me miró y sonrió, yo, me ruboricé. Cuando las miradas volvieron a encontrarse, sin saber porqué me acerqué a ella, mis labios buscaron los suyos confusa y lentamente. Sus dedos tocaron mi boca, me acarició la cara y tomándome por la barbilla me alejó.. Abrí los ojos, se incorporó, me sentí un imbécil...