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Inicio / Cuenteros Locales / mariaturner / Divine • 03 •|•

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La luz del sol resplandecía sobre el metal. •|• div •|• reposaba sobre la roca, y su hermoso rostro era iluminado por el bisturí. Su cuerpo seguía húmedo. Había sido una noche agitada. Solían tener sexo violento a la luz de la luna. En ese ámbito salvaje todas sus fantasías cobraban vida. Pero esa noche algo cambió. •|• div •|• había recibido un golpe muy fuerte en su cabeza. •| elm |• seguía la lado de ella viendo pasar las horas, esperando que no se despertara. Su gusto por la anatomía humana y su curiosidad inagotable se combinaban de un modo explosivo. Se relamía con sólo pensar en las sensaciones que podría experimentar. Frente a sí poseía un cuerpo inerte, aún cálido; a su alrededor, la magnificencia del bosque abría sus ojos expectantes al espectáculo que allí tendría lugar.
•| elm |• la agarró de los pelos y la arrastró un par de metros entre los arbustos que avanzaban de manera amenazante sobre ellos. Le cortó el corsé y masajeó uno de sus senos con una mano. Mientras, con la otra, oprimía con fervor su miembro. Su cuerpo temblaba; gotas de sudor recorrían su rostro. Entrecerraba los ojos, mordiendo con fuerza su labio inferior, como queriendo cortarlo. Seguía ensañada con las protuberancias de •|• div •|•, haciendo hincapié en los duros pezones, los cuales maltrataba con pequeños pellizcotes, con la misma intensidad que actuaba sobre sí mismo. El vaivén de su mano se hizo cada más rápido, hasta estremecer. Un grito final destinado al cielo evocó la imagen de un animal. •| elm |• apaciguó su furor sobre el rostro de •|• div •|•. El chorro de su éxtasis recorría la rosada mejilla. Una vez saciado de sus impulsos lascivos, dio inicio a su fantasía.
•|• div •|• siempre se había quejado de sus pequeños labios. Tan sólo con raer un poco de piel circundante, su boca aumentó progresivamente de tamaño. Empezó a sangrar y •| elm |• absorbió el fluido con un apasionado beso. Pudo apreciar un sabor entre salado e insípido, pero sutilmente dulce, lo que le despertó una ambición ya antes experimentada. Extrajo los ojos de sus cuencas y sació su impulso vital succionando de éstas. Luego los guardó en una bolsa de nylon. Ambos acostumbraban a jugar con ella, en la libidinosa búsqueda de cortar sus respiraciones. La asfixia provocaba en ellos una crueldad desbordante. Esto hacia de esta práctica la más codiciada por los amantes.
Primero probó con el izquierdo. Clavó la herramienta de punta en el pezón. Ya la sangre había coagulado y se abrió como una flor. Con mucho cuidado lo arrancó entero. Al ver la hendidura, lo recorrió un sentimiento de desapego insostenible. La abrazó y derramó frías lagrimas sobre su pecho. Sus brazos bordeaban la ceñida cintura de •|• div •|•. Su mano comenzó a bajar, recorriendo una por una las vértebras hasta culminar en sus nalgas. Sus dedos se escabullían entre las carnes y penetraban aún más, en el estrecho agujero que allí había. Casi sin darse cuenta se encontraba sobre ella moviendo su pelvis incesantemente. Su sexo se encontraba erecto; sus manos, afanosamente arañaban y comprimían la parte trasera de •|• div •|•. Su boca lamía apasionadamente la brecha que •| elm |• había hecho. La embriaguez estaba a punto de apoderarse de él. Un grito agudo anunció la consumación.
El seno derecho lo dejó intacto. Sentía cierto regocijo interno, mermado por aquella extraña sensación de desamparo. Pero pronto cambió su ánimo. Comenzaba la parte que más añoraba. En su cara se esbozaba una sonrisa placentera. Sacó con su bisturí una capa delgada de cuero del abdomen. Los músculos se encontraban contraídos. Estaban bañados por un liquido glutinoso, transparente que le hizo recordar a las conservas que preparaba su madre. Urgó entre los órganos y removió un riñón. Cortó las venitas y la uretra. Era, de todos, el que más lo apasionaba. Ya el sol se encontraba sobre su cabeza; habían pasado horas y tenía hambre. Cerró los ojos y mordió la parte inferior. Un jugo viscoso chorreaba de su boca. Tenía una textura esponjosa y jugosa; era como un budín de pan, pero de carne. Nada despreciable. Luego de probar también el baso, •| elm |• se tiró a descansar a su lado, abrazándola con ambos brazos. Cuando despertó y la vio, tuvo ganas de penetrarla. Sacó de su bolso lubricante y la ungió con delicadeza. Extrañamente, sus movimientos fueron lentos y suaves. Pero sus gritos... •| elm |• expresaba aullando toda la vehemencia que su cuerpo contenía. Culminó con un baño sobre la panza de •|• div •|•. Pero todavía no estaba extenuado. Colocó las piernas sobre sus hombros, y dejó así el acceso favorable para una penetración por la parte posterior. Las embestidas esta vez fueron desgarrantes. Atraía con fuerza el cuerpo de •|• div •|• hacía el suyo. Parecía querer introducirse en el interior y aguardar allí el ocaso. Gotas de sudor cubrían el cuerpo entero de •| elm |•. Una atmósfera embriagadora, arrebatadora lo envolvía. Y cuanto más gritaba, más la arrimaba hacia sí, con una fuerza sobrenatural. Cuando se encontraba a punto de culminar, la expulsó bruscamente. •| elm |• cayó súbitamente sobre su espalda y con sus ojos abiertos al cielo, vociferó abiertamente su hipnosis. El semen brotaba hacia lo alto sin cesar. •| elm |• permaneció en esa posición por un largo rato, aún después de que la última gota haya salido. Se encontraba sumido en una especie de nirvana. Su mirada clavada al infinito denotaba el trance por el cual transitaba.

Sólo le quedaba un objetivo, final, misterio de todos los hombres. Con su mano aún temblorosa palpó el sexo de •|• div •|• hasta encontrarlo. Una alegría inmensa comenzó a recorrer su cuerpo, invadiendo su alma. Recordaba como le gustaba deshuesar pollos y utilizó los mismos métodos para extraer el preciado tesoro. Tomó el bisturí y delicadamente cortó la carne contigua. Sus ojos se abrieron, se cristalizaron; sus pelos se erizaron. Se lo llevó a la boca para limpiarlo. La saliva le brotaba inexplicablemente regando los sueños de toda una vida. En su mano poseía su deseo más profundo. Su fascinación era tal que no podía ni contener sus propias lágrimas. Y lloró.

Texto agregado el 30-10-2005, y leído por 77 visitantes. (0 votos)


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