“Muy tarde en la madrugada te me viniste a la mente pero no vino sólo tu recuerdo vino también un dolor que me desgarró el alma, un dolor que me hizo llorar lagos infinitos de dulces lágrimas que cada vez que salían de mis ojos dolían como puñal en la espalda porque en cada viaje que emprendían por mis mejillas se llevaban consigo un pedacito de mí no sé cómo detenerlas no quiero que se lleven todo mi ser…lloro en silencio en la eterna oscuridad de esta noche, su inmensidad trata de consolarme pero no puede el único consuelo eres tú pero no estás, quisiera reposar mi cabeza en tu pecho tibio, quisiera también que mi cuerpo se olvidara de este mundo y se durmiera junto al tuyo en una eterna noche, no sabes cómo anhelo tus labios acariciando los míos ni sabes tampoco cómo deseo tus brazos estrechándome, he pasado noches enteras soñando tu voz que se posa en mi oído y me dice un sin fin de palabras que sólo tú sabes decir, pero no…no estás y nunca estarás. La soledad comienza a doblegarme he luchado a muerte con ella pero estoy cansada mi cuerpo tiembla tiene miedo de quedarse solo, mi mente se asusta de sólo pensar en ello y mi alma está aterrada por no poder entregarte todo el amor que cuida celosamente en el más profundo de sus rincones uno que no ha sido explorado jamás y que estaba guardado para ese alguien que resultaste ser tú ¿cómo hago para sacarte de mí?¿cómo si estás tan dentro? Quisiera olvidarte créeme que sí pero ¿cómo haces para decirle a tu alma que no debe amar a quién está amando?¿cómo lo dices para no dañarla?. Añoraba que tú me quisieras pero no se tiene lo que se quiere ¿por qué no pudiste ser mi destino y yo el tuyo? Quisiera ser la mujer que tú amas, esa con la que sueñas, aquella que te gustaría tener en tus brazos y no soltar jamás pero no puedo ser lo que simplemente no soy…tu amor. Me dueles tanto que por momentos te odio pero luego recuerdo cuánto te amo, estoy al borde de la locura por ti pero no es tu culpa, la culpa me la adjudico por el error de amarte, mis ojos no debieron jamás encontrar los tuyos, tú eres mi perdición y no hay más salvación para mí que tu amor pero tú sabes mejor que yo que no me puedes amar, es esa la realidad lo último a lo que quiero enfrentarme por eso prefiero pensar que no sabes de mi amor y que no lo has notado…duele menos.”
Esas fueron las últimas palabras…esa noche la niña que vivía en ese cuerpo ahora de incipiente mujer comenzó a morir en una lenta agonía, su viaje no tenía retorno por eso su equipaje pesaba tanto se llevaba lo mejor de ella para enterrarlo consigo. Me quedé sola sentada en la cama a oscuras…la niña pudo sentir cómo comenzaba a secarse cuál hoja otoñal que cae rendida de su rama. Estaba llorando, se me fue el amor, se me fue la vida y…no pude hacer nada.