La carne se abre tiernamente,
abriendo paso a las manos
que ocultas tras la ternura,
recorren cruelmente
por las arterias
el camino de mi corazón.
Ahora soy solo sangre,
corriendo acelerada
por este cuerpo mío,
que no sabe liberarse
de la delgada línea que separa
la verdad de la mentira.
La sangre
en tus manos,
es como un canto celeste,
como los pájaros en el amanecer,
después de una tormenta.
La sangre
en tus manos
me conmueve,
me arrastra
y se que estoy muriendo,
pero mis ojos danzan en una orgía
de sentimientos confusos,
un soplo herido susurrándole al viento
canciones incompletas.
Ahora
tienes mi corazón en las manos,
un río rojo, espeso,
se abre camino hacia una puerta cerrada,
todos los ojos del mundo
para la pobre mendiga de tus besos,
todas las blasfemias para mi pobre sonrisa,
pero tu
no te detengas,
regrésame a esas regiones de insomnio
en donde no es posible descansar,
corta con las tijeras esta muerte
devuélveme el hechizo
de tus sonidos lejanos,
cántame,
susúrrame,
mastica mi lengua
hasta que tu nombre
desaparezca...
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