Inicio / Cuenteros Locales / Soli / El Altoparlante Fastidioso
Se enciende el altoparlante que prorrumpe con unas moralidades que dan asco. Todo consiste en la definición de lo que es justo y de lo que es injusto. Y es todo tan absurdo, la cosa de lo justo y de lo injusto que podría todo sintetizarse en una simple proposición: "Todo aquello que hagas tiene sus consecuencias a corto, mediano y largo plazo en la cual estarás imbuido y por las cuales serás afectado" - Más o menos así.
La cosa del altoparlante funcionaba de ésta manera: que todos los mal afectados (o los afectados para mal) a largo plazo comenzaron a sentir que el agua le llegaba hasta el cuello y fueron tantos los placeres que tuvieron por sus pillerías que ahora no podían aceptar el reverso de la moneda. Sintiendo el agua pedían explicaciones a quienes se dejaron pillar. Existe un truco muy sencillo y muy barato: evadirse de una culpa arrojándosela a otro. Pero el agua subía. Se encendía entonces el altoparlante buscando culpas de las que aliviarse arrojándosela a alguien más, mediante sofismas y retóricas que cada vez les salían peor. Es imposible liberarse de una culpa mediante el convencimiento ajeno mediante la retórica. Es pesada hasta más no poder la palabra "culpa" en sí, es una palabra desagradable, mas que todo usada para justificar vandalismos usando un antifaz de moral. Pero llega un punto en el que no se trata de culpa. Sólo quien intenta evadirse de lo irreparable usa esa palabra como un escudo inutil de defensa propia. Repito: no se trata más de culpa ni se trata de castigar a quien se aduce que la tiene.
Algo, Dios o el Karma comienza a funcionar de manera tal que los resultados de nuestras acciones y creencias no nos funciona y comienzan a funcionar al revés. Se pudre todo aquello que tocamos, el engaño cesa de funcionar; los placeres no son tales y todo aquello que constituía el objeto de nuestro placer se convierte en una carga pesada, casi como que en una acusación, se pierde el gusto por cagar, por dormir, por comer. Nos convertimos en simples personas, casi iguales a las demás y en un rápido descenso hacia menos. Lo falsamente adquirido nos cobra - diremos que nos roba - pero la verdad es que nos cobra y lo que decimos pierde su valor. Perdemos nuestra voz, nos hacemos pobres porque siempre lo hemos sido y terminamos nuestros días anonadados, sin tener a quien culpar, a quien someter, de quien adquirir. Miramos hacia atrás y sabemos que sabíamos que éste momento vendría, pero no lo podíamos creer...
Off.
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Texto agregado el 29-10-2005, y leído por 150
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