Andando por las calles,
cada detalle es importante,
todos se entrega
como si fuesen meseras
de aquellas,
esas que enseñan
a presionar con sus detalles,
todo esta encima,
las luces altas,
los edificios embalsamados,
la gente puritana se atraviesa,
parece no importarles,
pero llegaran a su destino
donde una bandeja los espera,
sus sirvientes,
sus amas de llaves,
que los necesitan,
es casi trágico
sino fuera por los beneficios
miradas asesinas,
miradas enajenadas,
puntos fijos,
miras de armas pequeñas
que lanzan su esencia
su feromona,
su inquietud,
lo que desconocemos
pero sabemos.
Continúa su viaje,
hasta envejecer,
ser mas sabio,
un descubridor,
vividor de mundo
de aceras y hogar,
simple como un vecino
o como alguien olvidado
pasea sus animales
todos los feriados
despierta con la furia
con la conquista en su sien,
ordena sus ideas
mientras conduce su motor,
su armario esta lleno de casas,
árboles secos,
otoño y primavera,
lleno de gente,
despierta repulsivo,
buscando algo,
un mensaje oculto
en todos los ojos
del centro de la ciudad
donde el sabor del humo
lo induce a descifrar.
Su emblema es suave
conoce su fin,
la sangre inherente de la herida,
el fuego y las armas,
su sed cruzaría un océano
su dolor lo entrega por completo
su pasión lo hace invencible
como vulnerable,
hace de su piel un hielo
una mascara de metal
en su mina de plata
laborarían miles
en darle brillo a su luna,
la que acompaña sus noches
su tiempo,
su velocidad,
las ganas de poder perder
de ser exiliado
de quedar cautivado
de poder olvidar
el mas hermoso valle
completamente minado
y dispuesto a absorber sus ojos
desde su pisada
a un ultimo aullido.
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