Todo el frío
cargado de noche estrellada
golpea los cristales.
Desde la ducha veo
una luna que se agazapa
y mi ventana
por dentro transpirada.
El vapor invade
el cuarto,
el agua caliente
recorre mis sentidos
y recuerdo que hoy...

-Que hoy hacía frío.-

Soy todo dueño,
todo mío,
mi brazo,
mi vientre y mi ombligo.
Soy conciente
del mapa
que dibuja el agua caliente.
Me siento completo
por dentro y por fuera.
Me apena
que mi alma
no pueda disfrutar
de este universo mojado,
de esta húmeda conciencia,
de ser por momentos
el mismo elemento,
agua caliente.
Agua caliente y vertiginosa
recorriendo desesperada
mi inmensa humanidad.
Nada me distrae,
me pertenezco,
gozo al sentir
la extensión de mi piel.
Abro los ojos,
todo es borroso,
el agua se desliza
por mi nariz, mi boca
y por mis cejas
salta mis ojos
buscando el vacío.
Nada distingo con claridad,
excepto la ventana
que está como estaba,
transpirada y muda,
mirando la noche fría
con lunas y estrellas .
Cierro los ojos
y a la ducha
expongo la cara
y mis manos
siguen ingenuas
los caprichos del agua.
Me recorro una y otra vez,
me reconozco,
me place esta mixtura,
piel, agua, piel.
Todo mágico
en la nebulosa densa
del caliente vapor.
Soy
y soy conciente
y en la enormidad
de este espacio del tiempo,
casi infinito,
nada ni nadie
ha invadido mi conciencia,
excepto quien soy
y solo un recuerdo,
que de tanto en tanto
galopaba sobre mi sien:
- Hacía frío hoy,
- hacía frío.-