Me llamo Vicky y soy una metralleta algo vieja que por más de treinta años anduvo de aquí para allá y de allá para acá. Mi travesía comenzó, para ser más exacta, el día 19 de Septiembre de 1973, cuando fui trasladada en un camión militar al subterráneo de una derruida casa ubicada en la zona norte de la capital. Desde entonces fui transportada a diversos lugares y aparecí en televisión y me sacaron fotos que luego salieron en todos los diarios de la época. Ustedes deben recordarme ya que soy regordeta, negrita y más bien simpaticona y la prueba de esto último es que jamás fui utilizada para matar a alguien. Cierto día me cargaron con proyectiles y allí si que vomité con ansias pero el blanco fueron unos inocentes muñecos de madera terciada que luego de los disparos quedaron despanzurrados en el piso.
La verdad es que me estuve hastiando de haber sido usada en todos estos años para fines que no comprendo, llevándome de un lugar a otro y cada vez con esos montones de reporteros y periodistas fotografiándome a mí y a varias más en lo que los locutores denominaban más tarde como nutrido arsenal. Alcancé a escuchar que éramos utilizadas con fines políticos y que todo esto estaba orquestado. Alguien cierta vez me reconoció porque yo, para que ustedes sepan, tenía un vistoso raspón en el lomo. Se suponía que habíamos sido descubiertas en un lugar del norte y no faltó el que dijo que me reconocía porque me había divisado en otro lugar. Allí se creó una tremenda controversia pues se decía que habíamos sido introducidas subrepticiamente en el país por un comando opositor. Puedo dar fe que estuve guardada en esa derruida casona durante mucho tiempo y que cada vez que el gobierno estaba en problemas, nos trasladaban secretamente, a mí y a mis compañeras, a cualquier lugar y ya sabíamos que seríamos fotografiadas y filmadas para la TV. Ahora, que dicen que llegó hace mucho tiempo la democracia, yo sólo soy un objeto inservible. Sé que los tiempos han cambiado, que las estrategias son diferentes porque los intereses y objetivos son otros. Hoy por hoy, cuando el gobierno de turno se encuentra en dificultades recurre al chupacabras, a los platillos voladores o a las gallinas con tres patas.
Bueno, les contaba todo esto con un dejo de nostalgia porque, supongo, que serán muy pocos los que se recuerdan de esta gordita simpaticona que los distrajo durante tantos años. Les juro que no fue mi intención engañarlos ya que eso no dependía de mí. Espero que toda esta parodia haya servido para algo ya que entre traslado y traslado, nuevos raspones fueron cubriendo mi epidermis de fierro. Y estos son tantos como tanta puede llegar a ser la manipulación de unos pocos para prevalecer sobre todos…
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