Este año me va a dar clases “La Maestra Revólver”. Mi mamá dice que ella es muy buena, que enseña mucho y se las arregla para mantener “A raya” a los malandros esos que estudian conmigo.
Es mi primer día de clases, todos estamos conversando. Los más tremendos lanzan papelitos contra nosotros y nos dicen groserías, pero como en toda la escuela está pasando lo mismo al mismo tiempo, no les hacemos caso y esperamos a que llegue algun maestro para que ordene la situación.
Llega al fín la maestra con paso firme y entaconado, un “Buenos dias, niños” es suficiente para que se reorganice el caos, cada quien coja lo suyo y se ubique en su respectivo pupitre. Ella se ve muy dulce y bonita, ni tan alta ni tan baja, ni tan gorda ni tan flaca, su cabello alborotado es medio sostenido por un cintillo y sus ojos verde claro alumbran la cara de cada niño que va mirando. No se los demás, pero yo creo que esta maestra se equivocó de salón, y que la maestra revólver está escondida en alguna parte, vestida de soldado y esperando el peor momento para entrar al salon y gritar .-¡Alto!, ¡Firmes!.
Al parecer no es así. Ella se voltea, escribe la fecha de hoy en la pizarra y se recuesta del escritorio para comenzar la clase.
.-Muy buenos dias!, yo soy la Maestra Inés. Bienvenidos al 5to. Grado. Este año vamos a hacer cosas bien chéveres y vamos a aprender mucho. Espero que todos hayan podido comprar los útiles, si alguien no pudo hacerlo, no se preocupe, nos la arreglaremos y trateremos de compartir todo para que ninguno se quede con las manos vacías, ¿Les parece?... A Ver, quisiera saber sus nombres, y si tienen alguna pregunta aprovechen y háganla ahora.
Todo el mundo en silencio… hasta que al fín Keiber, el niño mas tremendo del salón, levanta la mano y pone fín a nuestras dudas.
.-¿Usted es “La Maestra Revólver”?
Todo el salón se ríe, y la maestra parece querer reírse también. Espera a que se haga el silencio y responde.- Si, soy yo.
Ahora si que todos nos tragamos las carcajadas y nos quedamos petrificados en la silla, muertos de miedo, vergüenza y curiosidad. Yo ,que no me lo creo aún, levanto la mano y pregunto lo que todo el mundo quisiera escuchar:
.-Y por qué le dicen “La Maestra Revólver”?
La verdad es que todo el salón conoce a medias esa historia, pero para matar cualquier duda o error, preferiría oírlo de su propia boca. La maestra pone cara de evocación, y luego, con una leve sonrisa nos pregunta:
.-¿Alguien sabe la respuesta a esa pregunta?... vamos, no puedo creer que nadie de este salón haya escuchado hablar de mí antes… Está bien, voy a contarles.
Cada uno se acomoda como mejor le parece en su silla, y la maestra busca las mejores palabras para contar una buena historia.
.-El año pasado, di clases al 6to. grado sección “D”. Eran los muchachos más grandes de la escuela, los mas tremendos y también los más tristes. Casi todos ellos tenían problemas familiares, algunos trabajaban en la calle, otros no tenían papá. William era un chico grande, más alto que yo; él decía que era “un malandro", y se la pasaba sometiendo a los mas pequeños. William tenía 14 años.
Las representantes de los demás muchachos me decían: “Ese es un azote de barrio, maestra, dicen que roba hasta a su mamá”. Yo no creía que fuera así, porque aunque William era tremendo, molestaba a los otros niños, y parecía siempre tener mucha rabia, era un muchacho inteligente, le gustaban las matemáticas y sabía dibujar muy bien. Yo trataba de ganármelo, de hacerme querer, pero a veces, cuando uno no aprende a amar desde pequeñito, se te hace difícil aceptar que las demás personas te quieran.
Una mañana, cuando llegué al salón, encontré un gran desorden, todos discutían y gritaban. .-¿Que pasa?.- Pregunté.
-Maestra, fue William, fue William!!.- decían todos mientras señalaban un hueco grande que había en la pared trasera del salón. Ese día faltó William, y además del boquete, conseguimos un gran desorden en el archivo, y la ausencia de varios cuadernos, útiles y demás materiales. Nos habían robado.
.-No Debemos acusar a nadie sin tener pruebas.- les dije.- además, William ni siquiera está aquí, y en este barrio hay mucha gente que pudo haber robado la escuela.
Ellos se tranquilizaron, aunque seguían teniendo sus sospechas; me ayudaron a ordenar el salón y comenzamos la clase. Al cabo de un rato, vimos llegar a William. Todos lo miraban con rabia y sospecha, y él, que era de fácil pelea, tomó a uno de los chicos por la camisa y lo empujó al suelo.- ¿Qué les pasa?.- decía.- ¡A mi nadie me malandrea!.- mientras se sentaba de mala gana en su pupitre.
Yo corrí a levantar al niño que había sido golpeado mientras escuchaba al grupo, que aprovechó la trifulca para acusarlo de nuevo.
.-Claro! ¡Quien te va a malandrear a ti!, ¡CHORO!...
.- ¡Tu Rompiste la pared, ¿ verdad?, Claro que fuiste tu!
Todos los acusaban y le volteaban los ojos; Silencio!.- grité.- Aquí nadie se ha robado nada!. Seguramente fué alguien que no es de la escuela, William no sabía nada, estoy segura de que él no fue.
William miró el boquete que había en la pared, me miró asustado y no dijo más nada el resto de la clase. Sus ojos estaban mas tristes de lo normal, y se llenaba de rabia a medida que pasaban las horas. Al otro día, William golpeó a todo el mundo, rayó las paredes del salón, vació la papelera sobre el piso, gritó y se comportó horrible durante todo el día. A cada regaño, respondía lo mismo: ¡Bueno, ¿Aquí no dicen que yo soy un malandro?, entonces si voy a ser un malandro de verdad!
Cada vez me ofuscaba más, hasta que un hecho colmó mi paciencia: William se había escapado del salón mientras todos hacían un exámen, yo vigilaba que nadie se copiara hasta que Lucy, una chica que siempre se sentaba al final, levantó la mano y casi llorando dijo:
.-Maestra…!William se está orinando encima de mí!
Todos volteamos para ver como él sacudía su miembro asomado al boquete de la pared, y Lucy lloraba empapada. ¡No aguanté mas!, salí a buscarlo, lo tomé por el cuello de la camisa, lo halé hasta el salón y lo senté “A lo macho” en su pupitre mientras le decía con una cara de verdad increíble:
.- Mira, muchachito!, ¿Tu eres malandro?, ¿Tu eres malandro de verdad?, lo que me provoca es agarrar un revolver y pegarte Un Solo Tiro!
Se hizo el silencio. William me miraba con el susto mas grande de su vida y yo con rabia al principio, y luego con la mayor vergüenza. Me tapé la boca sin dejar de mirarlo a los ojos. Así permanecimos un rato, hasta que poco a poco todos fueron soltando unas risas tímidas que pronto se convirtieron en una sola algarabía. A William y a mí no nos quedó más remedio que reírnos también.
William se disculpó con Lucy y con todo el salón, nos dijo que sabía quien había robado la escuela, lo que resultó ser cierto, pues la policía encontró todos los materiales y los reintegró a la dirección. Desde es día, William no malandreó mas, se ganó la confianza de todos en el salón, y a mí me quedó el apodo por el cual ustedes me preguntan hoy: “La Maestra Revolver”…
Todo Quinto grado está en silencio este primer día de clases. La maestra nos devuelve el habla al preguntar de nuevo por nuestros nombres: Ana, Wilcar, José, Rocío….
Y mientras ella nos alumbra con sus ojos verde claro, yo pienso que a veces el amor nace de maneras extrañas, y que la maestra Inés hizo que William pariera un amor instantáneo al haber creído en él, al haberlo defendido de todos, y al haberlo enfretado luego de igual a igual, de tú a tú… Mira tú ,pues… ¡Que cosas tiene La Maestra Revólver!...
A Inés…
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