LA TORTUGA GOLFINA:

Fuimos de vacaciones con mis papàs a la playa.
Me gustaba mucho bañarme cuando llegaban las olitas e hice un pozo grande en la arena.
Me divertì tanto que cuando me di cuenta, el sol se acercaba al mar, èste parecìa que se lo comerìa.
Se hizo casi de noche y mi papà con una linterna dijo
-¡Vamos a ver las tortugas!
Una muy grande llegò y se arrastraba por la arena.
-¿Adònde va? Preguntè.
-Llegan a depositar sus huevecillos en la arena, pero no hay que molestarlas.
La tortuga que yo llamè Golfina, comenzò ha hacer un pozo con sus aletas con mucho trabajo.
-¿Puedo ayudarla? Preguntè
-No, no puedes intervenir, ella sabe màs quetù como hacer el pozo.
-¿Y para què es el pozo?
-En èl depositarà sus huevos donde luego de un tiempo naceràn sus hijitos. Luego lo taparà para que estèn protegidos.
Golfina habìa terminado de cavar y comenzò a depositar sus huevecillos.
-¡Pero, Esta llorando! ¿Le duele?
-No no le duele, llora porque està acostumbrada a vivir en el mar y sus ojitos se le secan cuando sale.
-¡Ah, yo pensè que sufrìa!
Acariciè su caparazòn, era duro y con arrugas.
Terminò de poner sus huevos y con las aletas tapò el pozo.
Luego trabajosamente se dirigiò al mar y se volviò para mirarme.
-¡No te preocupes!, Nosotros te cuidaremos a tus hijitos, y pronto estaràn contigo, le dije.