Cuando compraba los tiquetes en la estación Santa Lucia la chica de los tiquetes me regalaba una hermosa sonrisa. Ella me regalaba a mi su hermosa sonrisa. No me gustan mucho las mujeres de ojos claros.. ¡Pero es que le iban tan bien con esa sinuosa sonrisa!. Nunca había fila y solo me atendía a mi para darme su sonrisa. Claro que una vez tuve que esperar tres turnos y me di por enterado que ella le daba mi sonrisa por igual a todo el mundo; anciano, niño y monje. Quise enviar una queja al buzón de sugerencias, decirles que no podía tolerar eso de que una cajera de ojos claros y hermosa boca, le sonriera a todo el mundo por solo pagar el valor del tiquete. Pero pensé que debido a las normas del sistema Metro, que tanto velan por preservar la moral y las buenas costumbres (al menos al interior de sus instalaciones) mi queja nunca vería la luz, que lo malinterpretarían como una forma de pseudoprostitución del personal femenino y que sería todo un escándalo. De todos modos me queje. Deposite mi papeleta en el buzón de otra estación, la estación Parque Berrio... para no sindicar directamente a la bonita cajera, al fin y al cabo, solo quería quejarme. Nunca me llamaron de Servicio al Usuario, como en la ocasión que pedí un café en el interior metro. Pero desde hace dos semanas no he vuelto a ver a la cajera, a la bonita... ahora hay otra que no sonrie.
Últimamente han sido removidos del personal de las Estaciones del Metro de Medellín todos los empleados de ojos claros sin distinción de sexo.