- Hoy no tengo ganas de hacer el amor -, dijo Sofía mientras se terminaba de poner la pijama y se metía debajo de las cobijas.

Después de 2 años de matrimonio era normal dormir sin tener sexo. Eso pasa.

- Pero mi amor, ya vamos para dos semanas en que no te pongo un dedo encima.
- Hoy tengo dolor de cabeza, de cuello o de lo que sea. Igual, no lo vamos a hacer.

A Martín le hervía la sangre. Su inicial frustración se fue trasformando lentamente en ira. Su mal genio se materializó en una vena gruesa, como un chorizo, al lado derecho de su frente.

Empezó a respirar rápidamente y la desesperación empezó a apoderarse de él. No era fácil volver de la oficina después de una semana difícil (era viernes), para ni siquiera poder desocupar sus testículos como es debido.

- No insistas, ya te dije que no- sentenció Sofía con la frialdad de un pingüino.

Los ojos de Martín se comenzaron a salir de sus órbitas, los pelitos de los brazos se le pararon y las manos le temblaban. Su pantalón estaba a punto de explotar, y en un ataque de histeria se liberó de sus vestiduras.

La ropa voló por la habitación, mientras Sofía gritaba aterrorizada. Las sábanas cayeron al piso y todo en la casa dejó de ser lo que era.

Martín, en un ataque de más desespero que desenfreno, violó a su esposa siete veces ese viernes por la noche, en varias locaciones de su apartamento.

Sofía nunca fue tan feliz.