RINCONES PELIGROSOS
Leticia eligió la esquina de mis sueños para ir a descansar después de un largo viaje. Agustina me vino con la excusa de que se pasaría por la galería de arte donde exponía su amiga Helena, pero no quería que la acompañara porque yo le resultaba muy aburrido. La dulce y cándida Jimena rechazó mi invitación sin ningún pero, pero comiéndose una pera prefirió vagar por las Ramblas a solas, recitando poemas de escritores rojos y rojos tendría los labios y las mejillas por el frío. Michelle elle elle, se rió a carcajadas cuando me ofrecí a sacarle el perro todas las mañanas a cambio de un paseo con elle los domingos y fiestas de guardar, amigos como tú mas vale tenerlos bien lejos me dijo y si te he visto no me acuerdo. Y por fin Rosaura, la rockera, la descocada, la mas alocada y divertida, me dijo sin rodeos que no tenia nada de ganas de verme y que además, después de la gran fiesta de ayer en su casa, a la que por cierto no fui invitado, tenía que ordenar sus ideas y los discos desparramados por todo el salón. Todas tenían algo que hacer menos yo. Yo que siempre estaba atento a la primera ocasión para abordarlas, preparado para aprovechar cualquier descuido de ellas, midiendo el primer paso en falso que dieran hacia adelante, hacia atrás o hacia el costado, preparado listo ya por si alguna vez dudaban y se dignaban a darme un piadoso si como respuesta y así poder al fin tener con cualquiera de ellas una inolvidable noche de vino y rosas sin espinas. Hojas de parra, ramo de flores, día de los enamorados y amarraditos todos pero cada cual con su pareja, y no os olvidéis de mí, escurridizas amigas, que estoy pero que muy pero que muy solo. Mi corazón está lleno de rincones peligrosos y entre amores platónicos que son agónicos, esdrújulos y totalmente cómicos, y entre jovencitas and jovencitas que no me hacen ni caso, no como nada con ajo para no tener mal aliento y así mis besos, cuando llegue ese tan esperado día, el majestuoso momento de un íntimo têt a têt con leche y bizcochuelos, sepan a primaveras de Colgate para ta te ti suerte para mi y para todas vosotras picaronas con piel de cordero y corazón de fierecillas indomables. Y mientras preparo mi tesis doctoral con la ayuda de seis azafatas imaginarias que vuelan sobre mi cabeza y no aterrizan nunca, se pasa el invierno sin nada más interesante que contar. Con la llegada del verano espero impaciente nuevas emociones y que me llame Andrés con alguna buena noticia, como ésta por ejemplo, la de que iremos un fin de semana a algún lugar paradisíaco en su barco velero porompompero con sus fermosas amigas, así podré comer con ellas unos saboridos bocadillos y hacer unas muy pero que muy buenas migas.
Mi gas lo cortaron esta mañana por falta de pago, golpié la puerta del vecino y le pregunté si me dejaba calentar unas lentejas de lata, me contestó sorprendido y de muy malas maneras que le fuera a dar la lata a otro con mis problemas. Otro mal educado pensé, ya verá cuando vuelva a quejarse de que dejo la basura al lado de su puerta, o que le robo el periódico por las mañanas, o que le leo la correspondencia, ya verá, ya verá, ya se va enterar a la hora de la siesta, le pondré la música a todo volumen. Men sentía fatal y fui directo al consultorio, no estaba mi querida Dora, me atendió otra doctora. No tengo sarampión, ni catarro, ni tampoco varicela, pero si estoy muy muchito marchitón del alma deprimidito, y de paso le digo que todo yo entero mido uno setenta y cinco desde la cabeza a los pies y no sé cuanto pero muy mucho muchón desde la espalda hasta la Sancho panza. Míreme las nalgas porque me han salido unos horribles granos, grandes y maravillosos pechos tiene esta señorita. Talla midium y de lino la camisa de la doctorcita, le pediré con descaro una nueva cita, y de pana aburrida el pantalón color marrón madera el de este paciente caballero impaciente por sentir los celestiales dedos de la licenciada en medicina en mi sudorosa frente, tilín telón tolón, tila me aconseja la muy desgraciada y yo le propongo una copa de sidra a la luz de una vela. Manchas de café adornan mi corbata, ronchas rechonchas florecen en mi enorme barriga, mírelas sin prisa, tómese todo el tiempo que quiera. Chás chás chás le voy a dar si me sigue tomando el pelo repelente jovencito, cuatro supositorios por día durante un mes y que usted lo disfrute por graciosillo, adiós muy buenas, ¡qué pase el siguiente!.
Y ese pelo en la sopa pudo causarle muchos problemas a Nacho si su jefe hubiera estado allí esta mañana en el restaurante, pero por suerte los clientes eran turistas y por mas que hablaban bla bla bla y se quejaban bang bang bang, él no les entendía nada y se hacía el sueco como todos ellos que eran auténticos vikingos de la Suecia nórdica de rubias, altas, espectaculares y liberales mujeronas. Tienes que tener mas cuidado le dije y no perder esta mina de oro, con todas las extranjeras que vienen por aquí podríamos hacer estragos en sus corazones con un póquer de ases o una escalera de color. Nacho me invitaba el café pero me hacía pagar las tostadas con mantequilla y mermelada de melocotón sin ton ni son. ¿Me lo dices en serio? me pregunta Nacho con muchísima guasa, te podrías pasar la vida aquí que no conseguirías que te hiciera caso ninguna de estas bellezas, eres demasiado feo y gordo para que se fijen en ti. Me tengo que ir, le dije muy enfadado, sin disimular lo mal que me habían sentado sus últimas palabras y que siempre me cobrara las tostadas y la mermelada de melocotón sin ton ni son, tengo que comprar algo, nos veremos después y si sobran macarrones me guardas un buen plato. Los macarrones no son marrones, pero si los zapatos con tacones altos que me insinuó Agustina que le comprara cuando la llamé por su cumpleaños. Que le dejara el regalo a la portera, que ya me llamaría para contarme si le habían gustado y que no me molestara en llamarla otra vez porque no estaría para mí en por lo menos unos cien años. ¿Calza un 35 o un 36?, no le entendí bien, que otra vez me lo cuente mejor y yo conté con gran dolor de mi bolsillo tres mil novecientas noventa y nueve pesetas que fueron lo que me costaron los malditos zapatitos. Agustina Agustinita que agustinito estaría yo si tu bajaras a buscar el regalito, nos podríamos ver aunque sea tan solo un ratito así de pequeñito ñititito y dejarías lo de no verme por un siglo para otra ocasión, no seas mala, sé toda tu buena y enséñame tus bondades, corazón corazón corazón de rico melón. Todas me hacéis de lado y cada día barajo en la memoria las cartas de amor que os he escrito durante estos últimos meses y que estoy mas que seguro no os habéis molestado en leer, me sé de carrerilla cada una de ellas, a todas vosotras os escribo lo mismo para no equivocarme: Querida gordita, gordita a todas porque me da igual si sois flacas, medianas o extra large, y luego, el típico bla bla bla, como te quiero, bla bla bla como te añoro, bla bla bla cada día mas bonita y mas maduritas tus peritas, aprovecho la presente para saludarte y que sepas que estoy vivito y coleando, te lo mereces todo y yo también, si supieras lo liado que estoy con mi tesis, avísame con tiempo para hacerte un hueco en mi agenda y así nos vemos algún día, pero descuida que ya te llamaré yo porque parece ser que tu has perdido mi número de teléfono. Siempre tuyo, yo, el hombre que es invisible para ti y que necesita mucho mucho pero que mucho amor. Y ahora que lo pienso tengo que cuidar mi peso, a partir de mañana voy a ir a un gimnasio, mmmsi, lo juro, mmmno, es muy caro, mmmnosé, me lo pensaré, mañana Serrat otro día y no dejaré para mañana lo que pueda comer hoy, por eso mejor me como ahora mismo un pinchito de tortilla, una ración de boquerones y unos callos a la madrileña con un par de cervecitas bien fresquitas para calmar al bichito que tengo en la pancita.
Andrés dice que hacer algo conmigo es un coñazo y que por eso no me llama, que a todo le saco punta con el sacapuntas de mis absurdos y delirantes pensamientos, dice que sólo hablo de mujeres, de mujeres que no conozco y que me invento, de amores imposibles de creer y relaciones que rozan el absurdo, doy dos por dos por descontado que no se traga ninguna de mis alucinantes historias, pero como él es el único que tiene un barco velero porompompero y muchas amigas bellas bellas bellas todas ellas mis damas de las camelias, dromedarias, reinas magas, dulcineas, le perdono los comentarios extras y desproporcionados, además, a mi plim con un bombin.
Leticia un buen día me llama a casa y me sorprende, me quedo mudo todo todito del todo. Propone un intrigante encuentro a las tres de la tarde en la esquina de Balmes con Paseo de Gracia, mi avenida preferida, digo por supuesto que sí que sí que sí, porque me encanta y porque me sí, y ya de paso, después de otra sorprendente y casual llamada, podré estar a las cuatro puntualmente en la puerta del cine Savoy y voy mas luego a encontrarme con Rosaura, mi aura, tres hurras por ella, tres hurras que valgan, ella es italiana y alérgica a la lana.
Ya veras que ricas son las cosas aquí mi amor, mordisquito sin fin, un pinchito de mortadela y un vasito de vino tirintintinto con casera para ti y un bocadillo grande grande grande de jamón serrano y unas cervecitas itas itas itas bien fresquitas para mí, cerecita, cerezas, tus aros parecen dos cerezas y un arbusto tu cabeza con ese pelo que llevas todo enredado, cabeza de calabaza, calabacita, mi corazón lleno de Leticitita mi bombón. No meta baza en nuestra conversación, se lo ruego, deje que lo aclaremos nosotros, le decía el joven de la mesa de al lado a una señora morsa con cara de futura suegra que tomaba de la mano a señorita foquita en posible estado de buena esperanza mirándola por el derecho e insultándola al revés. Mire donde mete el pie caballero, grito yo como un poseso, me acaba de dormir los dedos con su pisotón. Un piso más grande debería alquilar, compartir los gastos con Nacho, con Jaime o con Nicolás, ¿qué te parece la idea? pero antes que nada ¡Feliz cumpleaños Leticia!, esta cafetería me gusta mucho, ¿sabías que hacen un chocolate y unos churros de rechupete? Pidamos también este manjar, que un día es un día y la cuenta la vamos a pagar entre los dos. ¡Pues no!, rrrrrruge la niña Leticia, la verdad es que me trae sin cuidado el chocolate, los churros, la cafetería y todas las chorradas que dices y no es mi cumpleaños, cretino, es el de Agustina, estoy a régimen y de pésimo humor, no me entraba la blusa. ¡Pero ilusa!, si eres plana, pienso yo para mis adentros bien callados y escondidos en el bosque frondoso de mi corazón. Te quería decir en persona que no vuelvas a llamarme, que no me llenes el buzón con tus cartas ridículas, que no insistas más, me dice la muy desgraciada mirando de reojo al rubio atlético y fornido que teníamos enfrente, estoy harta de encontrarme el contestador con tus mensajes estúpidos, ¿entiendes?, harta de que me llames a las dos de la mañana para saber como estoy, quiero que me olvides, y cuando te digo que me olvides, es que me olvides para siempre, eres insoportable, un estúpido, un enfermo delirante, y yo, quemándome los labios, la lengua, la garganta y mi orgullito todito con el chocolate caliente como el mismísimo infierno de los malos pecadores, manoseaba el último churro del plato antes de que se lo llevara el camarero. Y antes de que pudiera decir esta boca es mía, Leticia estaba en la calle acompañada por el rubio galáctico fornido y yo estuve a punto de decirle que se iba sin pagar la mitad de la cuenta que eran como unas setecientas pesetas y que por tanto me tenía que dar trescientas cincuenta y que si le parecía bien, algo de propina para el camarero que había estado muy atento mirándole las piernas, pero pensé que sería mejor dejarlo pasar, ya se lo recordaría sin falta cuando la volviera a llamar por teléfono. Bueno, tengo que reconocer que esta chica sabe decir las cosas con mucha claridad y sin una pizca de piedad, parece sincera la muy condenada, pues nada, pa lante y a otra cosa mariposa, iré caminando despacio hasta mi próxima cita y recapacitaré recitando en prosa lo que me ha dicho Leticia, coma por coma, punto por punto; y llegado a este punto y coma llego con un cuarto de hora de adelanto, me entregaré a Rosaura todo entero como si fuera un caramelo. ¡Me lo imaginaba!, brrrrrama ella mirándome de arriba abajo y yo mirándola de abajo arriba con esos pantalones ajustados y esa camisita transparente bien pegada marcándole los pechos que me quitaban la respiración, el hipo, la depresión, el recuerdo de Leticia y entonces yo voy y también le digo que no compré las entradas porque estaba esperando que ella llegara y que si me podía dar su dinero para ponerme en la cola que la película me habían dicho que no era muy buena, que Harrison Ford era el asesino y que qué bien nos lo íbamos a pasar los dos juntitos a oscuritas en la última fila. Ella me vuelve a echar una mirada, esta vez solo por arriba, me pone cara de asco y sigue con su ya me lo imaginaba, que pintas traes, ¿no te da vergüenza?, estaba segura de que estarías como un idiota antes de la hora, mejor, porque no tengo mucho tiempo, solo quería decírtelo cara a cara ya que parece ser que no te das por aludido, no quiero que me llames nunca mas, estoy harta de que lo hagas a todas horas, a la oficina, a mi casa. No eres nada para mí, no quiero saber nada de ti, ¿lo has entendido bien?, eres patético, impresentable, aburrido. Y mientras me repongo de este segundo fracaso he intento abrir la boca para decir pío pío, la muy condenada se sube a un taxi sin decir adiós y desaparece como por arte de magia de mi vista, hasta la vista le digo con una amplia sonrisa, imbécil de mí, sintiéndome observado, despellejado y carcajeado por todos los allí presentes. Allí no me quedo ni un segundo más, decido enseguida, faltaría menos, y menos mal que no saqué las entradas, hubiera tenido que llamarla también a ella para que me devolviera el dinero.
El dedo índice acusador de Nicolás me esperaba en el restaurante donde trabaja Nacho de ayudante de cocina. Y va y me índice un amenazante: no se te ocurra volver a llamar a Jimena, ¿me oyes? llevo un tiempito intentando conectar con ella. Pues ella será la que decida, suelto yo todo envalentonado y un poco entonado de copas por culpa de mis últimos fracasos. Sostengo lo que digo y por favor que alguien me sostenga que me voy a caer a la de una a la de dos a la de tres. Después de media hora me despierto con un fuerte golpe en la cabeza y un dolor tremendo en el orgullo y me pongo a hablar como un grandísimo idiota, yo, yo te lo juro, te lo juro todo por esta crucecita que llevo en el pecho que tu me llenas los pulmones con aire de montaña maravilloso vicioso vicioso vicioso y los ciervos corren todos alegres por el monte de nuestro amor, mi amor, Michelle, ma belle, y de repente me pongo a silbar esa maravillosa canción de los Beatles, y elle me mira horrorizada, y yo continúo porque no tengo nada mas que perder con un sincero y sin sentido menamoreme de ti locamentetenme porque yo me entrego todo entero a ti si tu lo quieres y me lo pides, y Jaime va y me da una patada por debajo de la mesa, luego otra y luego otras tres mas y una vez que tengo la pierna llena de moretones caigo en la cuenta de que se está enrollando con ella como una persiana y que la ventana del corazón de Michelle elle elle no se abrirá nunca para mí. Mimitos quiero de alguna de vosotras pero no me hacéis ni caso.Y tras este nuevo error de cálculos, ende repente, veo que Jimena, que está sentada a mi lado, doliéndome el corazón por toda ella también, está cogidita toda de la mano de un Nicolás crecido que me mira sobrador y yo perdedor y ya van cuatro, no sé que cara poner y alcanzo a ver a Nacho trayendo a la mesa un plato de macarrones tristes que sobraron de la mañana. Y yo me los como callado contando las pecas que tiene Jimena en la cara y que nunca podré saber si son trescientas, quinientas o diez mil porque no para de moverse por toda la risa ja ja ja ja que tiene encima y ahora me habla a mí, a dúo con Michelle elle elle y van ellas y me dicen que aprovechan que los chicos no las oyen, y me ordenan bien ordeñado que no las llame nunca mas, que están requetehartas de que les recite por teléfono poemas indecentes, eso me dice Jimena, y que el perro prefiere aguantarse sus pipís antes que salir al parque conmigo me dice Michelle elle elle. Que las doy asco, que se nota que no tengo otra cosa que hacer y bla bla bla que tal que tal que tal, todo bien rapidito y por lo bajito, todo tan ito tan ito tan ito que del disgustito que me dan me entra un hip hip hipo hipito. Y que le voy a hacer me pregunto yo bien adentrito mientras hago barquitos de pan en la salsa de tomate de los tristes macarrones. En eso que aparece Andrés lleno de carcajácarcajácarcajadas, todos se ríen, se ríen, se ríen, yo no me rió, me ahogo, me ahogo, todos beben mucho champán, a mi no me dan, todos hablan del mar, yo no quiero nadar nada de nada, quiero dormir y me quiero ir porque a ninguno de ellos les importa un pito mi presencia. De pronto, como impulsado por un resorte me encuentro en la calle esperando el autobús para volver a casa y llamar a Agustina que es la última oportunidad que me queda en este día de fracasos. Quedan cinco minutos para que den las doce y el teléfono al otro lado suena y suena y suena y suena y suena y suena y suena y suena hasta que por fin, una voz dormida me grita un ¡¡¡ALÓÓÓÓÓ!!! para ahuyentar cien lobos y yo con piel de corderito suelto un tímido Agustina ¿no estarías dormida?, no te quería molestar, pero hoy he comprendido que te quiero mucho sin condiciones ni pagarés, que estoy muy enamorado de toda tu persona y pensaba que la vida está llena de cajas con sorpresas, cajas con bombones, cajas de herramientas, cajas fuertes, cajas de ahorros, que podríamos hablar hablar hablar y hablar, intercambiar ideas, sellos, cromos, abrirnos el uno al otro como una flor de loto en primavera y de paso me gustaría saber que te parecieron los zapatos, porque mira que eran caros, caro cuore, me costaron tus zapatos una barbaridad, ¿que me dices? Agustina chiquitina mi péndulo incrédulo de amor. ¡¡¡Que te den por culo!!! rugió su voz dejándome casi sordo, extrañado, colorado, callado, anonadado. ¡Los zapatos son una mierda!, conociéndote como te conozco no me extrañaría nada que los compraras en las rebajas y sin más, me colgó. Yo colgué mi última esperanza en el perchero de la desilusión y no me quedó muy claro si le habían gustado o no los zapatos zapatones que compré en las liquidaciones. Comencé a preguntarme si además de feo y gordo tendría otros cuantiosos defectos, que hacían un efecto equívoco, si no me equivoco, de mi persona toda, a ver, veamos, Leticia me dijo que era un insoportable, un estúpido y un enfermo delirante, Rosaura me suelta tan fresca que soy patético e impresentable, Jimena y Michelle elles elles en estéreo se despachan con que soy un indecente y que les doy asco y por último Agustina me escupe un categórico que me den por donde mas debe doler y no se que más de las rebajas. ¡Ahh!, por cierto, antes de acostarme que no se me olvide el supositorio recetado con cariño por la hermosa doctorcita a la que estoy seguro que le he caído muy bien. Prefiero no sacar conclusiones, de momento lo mejor es ignorarlo todo, debe haber algunas confusiones, me tomare una infusión de manzanilla e ireme tranquilito a dormir mirando la vida desde mis sueños. Al día siguiente me levanto muy tarde, con algo de resaca y de buen humor, como siempre. Ya en la ducha el primer contratiempo, no hay agua caliente hasta que pague la factura del gas. Me miro al espejo y mientras me afeito con agua del tiempo descubro un bulto morado en medio de la frente, recuerdo entonces el golpe con la mesa que fue a la de una a la de dos y a la de tres. Suena el teléfono y se oye la voz fresca de Andrés que me pide insistente si puedo ir a limpiar su barco velero porompompero, porque este fin de semana quiere ir a navegar con sus amigos y que muchas gracias que no me hacen nada de gracia porque a mi ni plin, ni un mísero colin, ni un compasivo ¿te gustaría venir?. Le digo que si, que no se preocupe, que iré a limpiarlo y le pregunto que qué día salimos y a que hora porque tengo otros planes que planeo inventarme, y él va y me dice sin ningún escrúpulo crepúsculo que haga sin problemas mis planes bien planeados y que planee todo lo que quiera por la imaginación de esas mujeres que me invento, porque no hay sitio para mi, que solo irán parejas. Rejas en mi corazón después de estas categóricas palabras, mago sin abracadabra, tengo que sacar algo urgente de mi vieja chistera para no quedarme a verlas venir. Y después de unas horas de duro pensar, ya lo tengo ya lo tengo ya lo tengo, digo yo digo yo digo yo para mis oídos todo contento después de ocurrirsemeremere una genial idea, me esconderé en algún hueco del barco velero porompompero y saldré cuando ya estemos en alta mar, como si después de limpiar me hubiera quedado dormido entre suspiros y ronquidos. Mediré las palabras para que alguno de ellos me crea, aunque bien sé que ellas todas se pondrán a cacarear y se revolucionará el gallinero con tantos gallos y gallinas y un servidor como polizón palizón. Que maravillosa Vargas Llosa idea se me acaba de ocurrir y como no se me ha escurrido de entre las manos, pondré mi mejor cara de ángel celestial para darles una sorpresa. ¡¡¡Sorpresa!!! ¡¡¡sorpresa!!! grito yo mientras me tropiezo y caigo de bruces sobre el cuerpo con corpiño negro de Michelle elle elle sonriendo como un grandísimo estúpido yo todo enormemente redondo y patoso, sintiéndome perdido en el Polo más polar de la tierra. Sólo os pido que me tratéis con guantes de seda, parejas de enamorados, que estoy muy malito con este mareo y yo me rió y me rió para mis adentros viendo sus caras y pensando en como me gustaría ir yo solo con estas cinco bebotas bobotas a Rió de Janeiro. Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela, un barco velero porompompero bergantín, y en él me reciben indignados todos ellos y mucho muy muy muchísimo más todas ellas furibundas, marabuntas, enfundadas en sus nuevos bikinis, tangas y pareos, y ni un hola ni un hellou y por elio estaba toda ella mi cara con penoso y lastimoso gesto de congoja, temiendo ser presa de tanta rabia desalmada, de repente repentina tiro hacia ellas unas coloridas serpentinas de sonrisas y me devuelven una lluvia de cojines, de cajones, latas, latitas, latones, sacacorchos, botellas, calzones y yo pidiendo mil perdones y que please se lo piensen bien y no me tiren al mar porque no sé para nada nadar y que a cambio les guardaré la ropa y si hace falta se las plancharé sobre la tabla de surf del rubio fornido galáctico que se está comiendo a besos el cuello de Leticia mientras ésta sigue tirándome todo tipo de cosas que rebotan en mi cuerpo, ¡que sofoco! ¡que calor! grito yo esperando un gesto de compasión. Michelle elle elle, si supieras que bien te queda ese tanguita, tanguitas muchas ganas de comerte toda. Entonces surgieron todo tipo de comentarios hirientes, mal intencionados, mal pensados y mal olientes, yo hacía oidos sordos, como si conmigo no fuera la cosa, que sabrosa está Jimena con ese modelete rosa que apenas le tapa los cachetes de sus generosas nalgas. Pero ellos seguían, seguían y seguían, porque ellos sólo se guían por los impulsos de la burla barata, arrasan con todo lo que tienen delante y no les gusta, y yo no les gusto para nada, está muy claro, y miro hacia otro lado, convencido de estar hecho un pincel con el sombrero de paja que tiene publicidad de una cerveza, la camisa hawaiana un poco descolorida que compré en el Rastro de Madrid y mi precioso eslips rojo, que en un pequeño deslips, deja asomar una parte de mis mas íntimas y preciadas joyas ante las miradas atónitas y descompuestas de mis reinas, reinetas, que ahora que me doy cuenta, tienen todas al aire sus hermosos pares de tetas. Te tas jugando que te arrojemos al mar, me dice el rubiecito fornido dueño de la tabla de surf plancha que te plancha, más te vale que te quedes quieto en algún rincón. Y yo que otra vez pensaba en los rincones peligrosos del amor, miraba de reojo los cuerpos tostados cubiertos por diminutas prendas de estas estupendas bellezas. Otro hurra muy hurra y muy fuerte por todas ellas, mis inalcanzables sirenas, mis nenas, nenotas, me caen cien mil gotas de sudor en este rincón a pleno sol donde me he exiliado y no me hacen ni puñetero caso, mientras los marineros de agua dulce se lo están pasando de rechupete con las cinco maravillas llenas de bondades, rascacielos, rasca pechos, pechos sanos, ricos senos, cosenos, tangentes y a ver si comemos que me muero de hambre y me da como un algo de que no me vais a dejar probar bocado y abocado a mi suerte me he quedado ya que no tengo abogado. Me iré haciendo a la idea de que esta noche yo dormiré solito en la cubierta del barco velero porompompero con lo fresquita que está la noche. Amanecí completamente arrugado, húmedo, calado, resfriadoathcusss, hambrrrrriento, sediento, congelado, malhumorado y no lo puedo negar, con muchas ganas de ir al baño. Y para que negarlo también, con un enfado monumental, por sentirme humillado por ellas y olvidado por ellos a quienes creía amigos y me estaban dando la espalda. Andrés se acercó con una taza de café, mientras, los otros bobolicos iban subiendo a cubierta con el cuerpo planchado, la sonrisa fresca, luciendo modelitos para la ocasión, hablando de que si esto de que si lo otro, de que qué Alicia en el país de las maravillas era hacer el amor con el vaivén de las olas y que horrible debía ser pasar la noche a solas y bajo las estrellas jajaja jijiji bla bla bla jua jua jua jajaja jijiji bla bla bla jua jua jua . Se habían levantado con la idiotez subida, mientras yo me subía el pantalón maldiciendo porque no habían dejado papel higiénico. Después del desayuno, decidieron que a pesar de que el cielo no estaba del todo despejado, nadar en alta mar sería muy emocionante y, como creo ya haber dicho, yo no sabía nadar nada de nada, me dejaron la arriesgada misión de cuidar el barco de un posible ataque de piratas, que estuviera atento y que si tenía buena vista y divisaba tierra, que gritara tierra a la vista como el marinero de la carabela de Cristóbal Colón tilín tilón, con ping y con pong y entre grandes y estruendosas risotadas se fueron tirando uno por uno al agua de la mar salada. Cuándo los vi a todos nadando braza, ¡madre mía que nenazas!, mariposa multicolor los tangas y croll and roll en el inmenso Mediterráneo, reconozco que me dio muchísima envidia. Todos juntitos en su grupito de perfectitos idiotas, riéndose, disfrutándose, flotándose, frotándose, besándose, burlándose hasta el hartazgo del muñeco Michelín que era el apodo que me había puesto la malévola de Michelle elle elle. Y yo aguanta que aguanta, en cubierta disimulando hacer algo útil mientras me moría de calor. Calor maldito y también todos vosotros, pandilla de figurines de escaparate de tienda de saldos. Agustina, Jaime, Leticia y el rubio fornido se alejaban cada vez mas del barco velero porompompero seguidos por Nacho, Nicolás, Jimena y Michelle elle elle. Rosaura esperaba a Andrés que me decía que el agua estaba fantástica y que pena que no supiera nadar, que con tanto calor donde mejor se estaba era en el líquido elemento, y que maravilloso era nadar entre las olas del mar tururú tururá. Y se fueron alejando nomás, alejando, alejando, alejando. Y el sol entre las nubes que pegaba fuerte, pegaba fuerte, pegaba fuerte. Seguían alejándose, alejándose, alejándose, y el sol cruellllll, torturadorrrr, derrrrrritiéndome, derrrrritiéndome, derrrrritiéndome. Cada vez mas lejos, mas lejos, mas lejos. Y yo tramando, tramando, tramando. Pasaron diez minutos, un cuarto de hora, dos tequilitas con limón y sal. Se escucha un trueno, dos truenos, tres truenos. Veinte minutos, media hora, cuatro tequilas. Me parece que alguno de ellos quiere volver, algunos vuelven, parece que vuelven todos, el último paga la cena y sálvese quien pueda grita el más estúpido de todos. El tiempo en pocos minutos cambió bruscamente y el mar comienza a desperezarse, a sacudirse, a encabritarse. Se escucha otra cadena de aterrrrrrrradores y estrrrrrrruendosos trrrrrrruenos, el cielo se pone completamente negro, está a punto de rajarse, cinco tequilas. Si, están volviendo, pero aún están muy lejos, están nerviosos. De repente, me parece oír unos gritos, si, claro que si, claro que son gritos, un rosario de gritos y bien fuertes, veinte brazos que se agitan en la inmensidad del mar, pero ninguno de ellos parece saludarme. Mueven los brazos desesperadamente, son señales para que vaya hacia ellos, ahora me llaman por mi nombre, Juaaaaan, glu glu glu, Juaaaaaan, glu glu glu glu glu glu, Juaaaaaaaaan, glu glu glu glu glu glu glu. Ya no soy el muñeco Michelín, el asqueroso, gordo y fofo, vuelvo a ser simplemente Juan, el salvador, gaviota que zurca el cielo, pero ahora soy yo el que está mejor ubicado, más cómodo, tranquilo y muy seguro, porque estoy en la cubierta del barco velero porompompero y más vale estar solo que mal acompañado, siete tequilas. Leticia, Leticita, otra leticitita de tequila me voy a tomar por ti, a tu salud, chin chin brindemos, ya no te pediré otra cita, pídele a tu rubio fornido que te haga el boca a boca sobre la tabla de surf y luego enséñale a planchar. Parecen asustados, cansados, agotados, asfixiados. Agustina qué seguro estoy todo yo de que ya no estás tan agustinita en medio de este horrible aguacero, ya veras la de variedad de colores que tienen los peces, nueve tequilas. Grupito engrupido de perfectitos idiotas, ya no tienen ganas de nadar, congelados, aterrados, arrugados, aferrados a la esperanza de que vaya a rescatarlos y muy disgustados por los nubarrones que les van a estropear el fin de semana y que se presentaron como yo sin avisar, diez tequilas. Jimena, ahora podrás vagar por las Ramblas del fondo del mar, ya verás como Neptuno recita poemas mucho mejor que yo, once tequilas. ¡Ay! mi Michelle elle elle, ¿quién sacara ahora tu perrito a hacer sus necesidades si nunca me necesitaste para nada?, amigos como yo son los que necesitas tener ahora. Mi instinto es distinto, sabe cuando existe el peligro, además, él está sobrio y por eso lo escucho, me aconseja salir de esa tormenta y levar anclas, doce tequilas. Rosaura, ya no tienes aura, no te preocupes que tendrás todo el tiempo del mundo para ordenar tus ideas y miles y miles de caracolas, trece tequilas. Recojo las velas, enciendo el motor y me voy alejando, alejando, alejando, pasan veinte minutos, arrecia la tormenta, catorce tequilas, media hora. Canto bajo la lluvia a dúo con Gene Kelly que me deleita por la radio, dieciséis tequilas. Estoy empapado, relajado, riéndome a carcajadas, olvidando todo lo que me da la gana porque lo pasado, pasado por agua está y bajo el mar quedará para siempre, sin excusas, sin rencores, sin perdones, sin amigos, sin leonas, la botella vacía, se acabo el tequila, una hora. ¡Tierra a la vista! grita Rodrigo de Triana que se ha colado en el barco velero porompompero y bebe ron con coca cola y está mas borracho que yo. Pero si, es verdad, verdad muy verdadera, icemos la bandera, puedo divisar el puerto, el puerto al fin, esperándome con los brazos abiertos y las luces encendidas, la vida continúa, el mundo está lleno lleno lleno de mujeres, de amigos que dan la talla, de sorpresas, lugares maravillosos, lugares donde nadie te espera. Lugares cómodos, seguros, inclusive para un ser que como yo, está lleno de rincones peligrosos.
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