Lerovel, el color de los guijarros abrió sus manos para darse, y por entremedio del aire quiso hablar de si. Le dijo pasto al caramelo, rezo por los trapos, desinflo un sinfín de inmensidades, y nombro a las grietas como espantos. Y al poder creer en todo, vio ceder sus entusiasmos. Jamás abrió su boca... Yo no soy ni sus palabras.
Texto agregado el 27-10-2005, y leído por 152 visitantes. (2 votos)