La habitación en penumbra acompaña ese desorden ordenado, montones de libros desparramados en la pequeña mesilla de noche, todos necesarios, insustituibles, pero claro... suspira...¿quién sería capaz de vivir sin un "Inventario" a mano?. Los papeles dan el definitivo aspecto de desastre, pero...AY¡ que no se los toquen¡ que cada uno ocupa su lugar, simplemente ese lugar al alcance de sus manos que, en un descuido bien pensado, decidió que debían ocupar.
Tal vez la habitación sea bañada en una tenue melodía "... presiento que tras la noche, vendrá la noche mas larga y quiero que no me abandones, amor mio al alba..."(*). A ojos de quien no le ve sólo es un chaval con la adolescencia a flor de piel, pero si te detienes un momento y, ayudado de tus manos, lo apartas todo y miras mas allá, se ve muy claro, lo ves por dentro y allí está todo, como el orden desordenado de su cuarto. Quizá piense en esa niña tan linda y quiera cerrar los ojos y desaparecerla por un rato; o tal vez piense en su eterno adolescente, perpetuo compañero Rubén; o quizá se centre en la canción y piense en aquellos que fusilaron en las tapias de un viejo cementerio, "... los hijos que no tuvimos, se esconden en las cloacas, comen las últimas flores, parece que adivinaran..."(*)
Pero tal vez, solo tal vez, sea un niño estupefacto luchando contra el grande que pugna por salir. Lo único seguro es, que en la penumbra de su habitación, tras su mirada generosa y cristalina, vuela un enorme y mágico carboncillo que viene pegando fuerte, que no para de crecer haciendole sentir "jodido pero radiante/ quizá mas lo primero que lo segundo/ o viceversa"(*)
(*) referencias a Aute y Benedetti. |