Tu voz se aleja
como las pesadillas,
va dejando tan solo
un aroma lejano
a caramelo agrio.
Tus palabras
las escucho difusas,
recuerdo cada vocal,
leída en las tardes
tan solo nuestras.
Se que es un disparate,
que tus ojos no me reconocen
y que los míos ya te olvidaron,
pero cierta emoción confusa
me despierta por las noches
y me sumerge en tu casa,
me interna en tus olores,
desconocidos,
a veces pienso,
que soy una cautiva
de otras vidas contigo,
me muerde
la certeza del vacío,
acorralándome,
succionando la poca voluntad
que aun persiste en mí.
No consigo creer en no creerte,
aunque todas las luces
permanezcan apagadas,
aun espero un milagro
el de tu valentía,
penetrando en mi miedo,
y haciendo más posible
un día en la hermosa
mansión de la alegría...
|