Estoy aquí, aunque no me veas,
escondida en un hueco perdido en tu corazón,
En la oscuridad del perdón sin razón,
De la impiedad de la que me alimentas,
Llorando tus despedidas,
Cada vez que con tu mirada me rechazas,
Con un solo gesto,
Con un solo soplo de tu aliento
Me gritas cuánto me odias,
Aunque sea sin razón;
Y por mucho que lo intento
No me hallo a la situación
Pensándote lleno de ira,
Amargado por las mentiras,
Creyente de bocas que te envenenan,
Y lo peor de todo, viendo como cada día
En tus ojos va marchitan una flor,
Una flor frágil que planté entre nuestro jardín,
Esa flor en la que tanto te costó confiar,
Para que ahora, esa flor llamada amistad,
Marchite entre las llamas de nuestra distancia,
Podrida entre lágrimas de sal.
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